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La intención de modernizar el documento de identificación ha llamado la atención en Colombia después de que la Registraduría Nacional del Estado Civil anunciara la medida en aras de avanzar en la renovación de la entidad. La estrategia se prevé estará lista para el segundo semestre del 2020. Expertos analizan el tema.

De la iniciativa se conoce que no reemplazará a la cédula física, será fabricada en policarbonato, se solicitará por internet, funcionará como duplicado, los ciudadanos podrán elegir si la usan y que posiblemente incluirá un chip, según anuncio del registrador nacional, Alexánder Vega.

De esa manera, afirma, “los ciudadanos vamos a empezar a identificarnos digitalmente. La idea es que la actualización o duplicado de la cédula se pueda descargar en el celular”.

El chip es el elemento que lo permitiría en la medida en la que funciona como un pequeño computador, dado que puede almacenar y procesar información, explica el profesor Daniel Cabarcas Jaramillo, de la Escuela de Matemáticas de la Facultad de Ciencias de la UNAL Medellín, experto en criptografía y seguridad informática.

Según el docente, la cédula digital funcionaría de manera similar a las tarjetas bancarias débito, las cuales también tienen un chip que les permite reconocerlas cuando se introducen en el cajero, además de solicitar una clave que no sería necesaria para el caso de la identificación personal digital. Otro equivalente es que en caso de pérdida o robo se podría bloquear de inmediato. “Esto no tiene mucho misterio, realmente. Es una tecnología bastante madura, probada y que la gente ya ha usado”, añade.


Funcionalidad

Hasta el momento el registrador nacional ha mencionado que a la cédula digital se le dará validez para que sea mostrada a las autoridades de esa manera, y que se le podrá incluir información de la historia clínica. Sin embargo, no ha dado detalles de los servicios que facilitaría y de eso depende que funcione bien, según el profesor Cabarcas Jaramillo.

Para él, lo primordial es “encontrar un balance entre funcionalidad y seguridad. Si se hace muy abierto posiblemente va a haber dificultades en ese último aspecto, pero si se hace muy seguro entonces será muy difícil de usar”.

Uno de los usos que ha anunciado la Registraduría es la identificación del votante al momento de sufragar. Para tal fin la cédula digital sería leída por una máquina. El mismo mecanismo podría ser implementado por otras entidades del Estado. En ese sentido, según el profesor, habría que controlar la manera en cómo se accede o no a la información y cómo se verifica que el portador sea quien la use.

“El problema es si utilizando la cédula digital será posible que la persona pueda acceder al portal web de la DIAN (Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales) para hacer la declaración de renta, por ejemplo. No sé si se quiere lograr, pero eso tiene otras complicaciones”, agrega.

Se refiere a que “una cosa” es el lector específico que proporciona la Registraduría para el puesto de votación y “otra cosa” es que sea cualquier lector que puede ser manipulado maliciosamente. Si esto último se implementa, se abre una brecha de seguridad, dado que “a medida que se abre el campo de acción, se hace más vulnerable el sistema”.

Pese a que pueda haber temor, es también el gran reto y disrupción que se debe hacer en el desarrollo de la cédula digital, según el profesor John Willian Branch Bedoya, del Departamento de Ciencias de la Computación y de la Decisión de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín.

Explica que para garantizar la seguridad se pueden emplear tecnologías de encriptación de la información como lo es el Blockchain que da un único identificador a los datos que asegura asociando una secuencia de valores que no se repite.

Otro reto es la gobernabilidad sobre los datos que estarían registrados en la cédula digital. “¿Van a ser del ciudadano, del país, de la firma que hará el desarrollo o de quién? ¿O si después para poderlos usar debo pagar por ellos? Eso es lo que nos tienen que explicar a todos”, se cuestiona.

En Colombia, según lo planteado por la Registraduría Nacional, se quisiera alcanzar estándares europeos de una ciudadanía digital que permita contar con una forma de identificarse ante las diferentes entidades estatales sin un documento físico.

El sistema europeo, menciona Alejandro Delgado Vásquez, gestor de portafolio en política pública de Ruta N, tiene reglamentado el proceso en cuanto a manejo de información y privacidad. En él lo que prima es el control que tiene el ciudadano de la información que se comparte entre el Estado y empresas privadas. “Es clave que en Colombia se haga de esa forma”, puntualiza.


Pedagogía

Si bien en torno a la cédula digital puede haber desconfianza por parte de algunas personas, Delgado Vásquez cuestiona las prevenciones al mencionar que casi a diario se comparte información personal en plataformas como Facebook, Instagram o Twitter sin cuidado alguno.

Opina que “en Colombia, por su historia de conflicto y corrupción, prima la desconfianza, por eso siempre estamos pidiendo documentos firmados, ir a las notarías…”, pero en este caso cree que la iniciativa debe ser vista de manera positiva.

Según él, “lo que se debe plantear no es el susto sino los beneficios de la cédula digital”. Así también lo cree el ciudadano Yeison Toro Medina, licenciado en Ciencias Sociales, para quien “ese tipo de adelantos disminuye la posibilidad de falsificación de identidad y facilita el uso de un solo documento, no de una tarjeta para cada cosa”.

No obstante, además de evidenciar las ventajas, la Registraduría también debe enseñar los derechos y deberes de los usuarios, según Delgado Vásquez. Un reto pendiente será el de buscar alternativas para zonas en las que la población no cuente con internet o celulares inteligentes, de lo cual señala que Colombia podría aprender de Estonia. En conclusión, para él, “se trata de optimizar los recursos y el tiempo, y de empoderar al ciudadano”.

27 de enero de 2020