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En San Pedro de Los Milagros hubo una gran conocedora de plantas medicinales. El saber era admirado por su nieto Mauricio Múnera Gómez, quien quiso recuperarlo mediante investigación académica. En 2013 tomó la decisión de hacerlo e inició el doctorado en Ciencias Humanas y Sociales en la UNAL Medellín, pero su abuela falleció; fue un fin que marcó un inicio.

Se preguntó: ¿Qué hace que un campesino en un momento de su vida se preocupe por la salud y transforme su vocación productiva? Lo averiguó en Belmira, Donmatías, Santa Rosa de Osos, San José de la Montaña y San Pedro de Los Milagros, donde halló —por referencias de habitantes de los pueblos— ocho personas dedicadas a la partería, animería, sobanderismo, canalización de José Gregorio Hernández, limpieza a través de la luz, terapia del color, oración y sanación, y yerbatería.

La herbolaria es la base de las prácticas de sanación que involucran la medicina tradicional, acerca de la cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) comenzó a reconocer diferentes sistemas empleados en distintas partes del mundo, después de la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud que realizó en 1978 en Alma-Ata, Kazajistán, junto con la Organización Panamericana de la Salud y la Unicef de Naciones Unidas.

A la herbolaria precisamente se dedica Martha Genoveva Osorio Restrepo. Quienes le enseñaron fueron su mamá y su tía. En sus terapias ellas utilizaban colecaballo para limpiar los riñones, paico para calmar el dolor de estómago, poleo para eliminar la gripa y la tos, y sauco para tratar venas várices. Las plantas las cultivaban o encontraban en los alrededores de la finca en la que vivían, ubicada en la vereda Quebrada Arriba del municipio de Donmatías.

Según Wilmar Delgado, del Departamento de Química de la UNAL Sede Bogotá, la mayoría de plantas medicinales empleadas para tratar enfermedades son introducidas, lo que quiere decir que fueron traídas de Europa y de Asia, sobre todo. Son conocidas desde la antigüedad, por lo que, afirma, “se sabe que funcionan. De hecho se han usado en productos farmacéuticos y fitoterapéuticos”.

Un caso de la valoración de las propiedades de las plantas medicinales es el Hospital Nazareth de Sumapaz, en Cundinamarca, donde tratan pacientes con más de 25 especies aprobadas por la Comisión Revisora de Productos Farmaceúticos del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima).


Práctica de sanación: “ayudar a la gente”

La investigación de Múnera Gómez se valió de entrevistas, observación participante y acompañamiento a terapias. Además de identificar las prácticas de sanación, Múnera Gómez quiso elaborar perfiles de historias de vida de los campesinos sanadores y se encontró unas tan emocionantes como las de su abuela.

Una biblioteca esotérica a la que nadie tenía acceso despertaba la curiosidad de Osorio Restrepo cuando era niña, por eso cuando su mamá no estaba leía los libros, uno en especial: Heliocromoterapia, de Israel Rojas. Fue así como aprendió la terapia de los colores que se fundamenta en tres instancias transmisoras de energía: sol, color y agua.

Hoy, a sus 76 años, sigue empleando la técnica que utiliza botellas de agua de color azul, verde, amarillo, rojo y blanco que se ponen bajo la luz del sol durante tres o cuatro horas. Pasado el tiempo el líquido que contienen se puede beber o aplicar sobre el cuerpo de acuerdo a la tonalidad del recipiente y a la dolencia que se requiera atender.

El acercamiento a cada práctica de sanación es una experiencia particular para cada persona que decide dedicarse a la sanción. A Jesús María Tobón —de Belmira—, la proximidad con la Iglesia católica, el hecho de haberse desempeñado como monaguillo y sepulturero lo condujeron a la animería, mientras que Ramiro Antonio Velásquez —de San José de La Montaña— aprendió a hacer Imposición de manos luego de un sueño en el que un hombre parecido a Jesús de Nazareth le enseñó a sanar de esa manera.

Las intenciones de las diferentes prácticas son las mismas. Al preguntarle a José David Múnera Ochoa —de 53 años— a cuál se dedica, su respuesta es: “no, simplemente a ayudar a la gente a través de la luz para retirar cargas negativas de las personas, y así”. Entre semana él se desempeña como jardinero y los fines de semana —desde hace 15 años— atiende a quienes lo requieran.

“Vea, hay mucha gente que viene. A unos muchas veces hay que decirles que están bloqueados ellos mismos. El espíritu y la mente se fusionan y forman uno. Cuando la gente es negativa es como sacar una antena: aquí estoy yo, estoy mal, y todo se le pega. Tienen que fijarse cómo están actuando, cómo están haciendo su vida y listo”, dice.

La intención del ahora doctor Múnera Gómez fue dar a conocer las prácticas para salir de la disyuntiva que ofrece el sistema biomédico y para comprender la influencia del simbolismo en el desarrollo de terapias de sanación física, emocional, mental y espiritual.


Cuidado de la vida

Esta es la primera vez que en el norte de Antioquia se estudia la medicina tradicional abordada desde la perspectiva de campesinos mestizos que habitan zonas urbanas cercanas a Medellín, “cuya formación y vida están enmarcadas en un patrón de aculturación española explícito a través de la religión católica, y que comenzó a dialogar con otras representaciones y materiales terapéuticos tales como los minerales, las configuraciones simbólicas”, según Múnera Gómez.

Con ello se desvirtúa el imaginario colectivo acerca de que la medicina tradicional es utilizada solo por comunidades indígenas o afrodescendientes ubicados en zonas alejadas y estrictamente rurales.

Múnera Gómez se refiere a las prácticas no como de sanación sino para el cuidado de la vida. Comenzó a denominarlas así después de escuchar a los campesinos sanadores, en cuyos imaginarios está establecido, en general, el concepto de bienestar. “El de cuidado de la vida nos permite salir del dualismo salud-enfermedad para comprender que estos dos procesos tienen relaciones de interdependencia. Del mismo modo, dentro de estas prácticas, la enfermedad es asumida como una ruta de aprendizaje que trae consigo transformaciones en la vida de los sujetos”.

Una investigación de la antropóloga Carmen Castilla-Vázquez de la Universidad de Granada (España) explora el recurso mágico – religioso en la búsqueda de la salud. Una de las conclusiones del estudio es que las personas buscarán soluciones en otros sistemas en caso de que sean pocas las posibilidades de solución ofrecidas por el sistema biomédico.

En ese sentido y en la medida en que algunas universidades han incluido elementos de medicina tradicional en los planes de estudio, la médica Aida Lida Osorio Vélez —quien a la par ha estudiado medicina alternativa— considera importante comenzar pruebas y demostrar la validez de esta manera de sanación a fin de que sea integrada al sistema de salud.

Comprender las dinámicas de la medicina tradicional debería despertar la curiosidad que al investigador Múnera Gómez le generaba el conocimiento de su abuela sobre plantas medicinales. Se hace también relevante teniendo en cuenta que la medicina tradicional representa cerca del 40 % de toda la atención de salud prestada, según la OMS.

10 de febrero de 2020