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Los casos de agresiones a las mujeres se dan durante todo el año y en época de confinamiento quienes conviven con parejas violentas están en mayor riesgo, sobre lo que han alertado organismos como ONU Mujeres. Docentes y representantes de la institucionalidad lo analizan.

En una situación de emergencia sanitaria como la que se vive actualmente por el Covid-19 organismos internacionales, institucionalidad de género y organizaciones sociales han advertido del riesgo de aumento de violencia intrafamiliar. En el país, según el Observatorio Colombiano para las Mujeres, el número de llamadas a la Línea 155, habilitada para reportar casos, aumentó en un 142% durante las tres primeras semanas de aislamiento.

En Medellín, del 20 de marzo al 12 de abril, la línea 123 Agencia Mujer recibió 1.177 llamadas en las que se reportaron 234 casos de agresiones físicas, 86 de violencia piscológica, 16 de abusos sexuales, 13 de violencia sociopolítica, 1 de violencia económica y 1 feminicidio ocurrido el 12 de abril en el barrio Santa Cruz.

Los principales agresores son las parejas, con 156 casos; las exparejas, con 78; familiares, 45; hijos, 28; desconocidos, 13; conocidos sin trato, 8; amigos o amigas, 9; vecinos o vecinas, 8 y 7 de padre o madre.

La tensión y el estrés que originan preocupaciones relacionadas con el dinero, la salud o la seguridad se recrudecen con el confinamiento, que se puede convertir en una situación para ejercer control y violencia en el hogar, según declaración de Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, quien manifestó que así como los sistemas sanitarios se “esfuerzan al límite, los refugios para la atención de personas violentadas en los hogares también alcanzan su máxima capacidad”.

También llamó la atención de que, si bien el aislamiento preventivo obligatorio por la pandemia representa riesgo para mujeres que tienen compañeros agresivos, la violencia doméstica ya era una de las violaciones de derechos humanos “más flagrantes” y dijo que en los últimos 12 meses 243 millones de niñas y mujeres, entre 15 y 49 años, han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de un compañero sentimental. Con el aislamiento por el avance de la pandemia Covid-19, asegura, “es probable que esta cifra crezca con múltiples efectos en el bienestar de las mujeres, en su salud sexual y reproductiva, mental y la capacidad de liderar la recuperación de nuestra sociedad, economía y de participar en ellas”.

Antioquia, por ejemplo, ha sido una de las zonas donde se ha registrado más violencia contra la mujer. En el 2019, según el Observatorio de Asuntos de Mujer y Género del departamento, se reportaron 15.693 casos de violencia intrafamiliar, de los cuales el 80% fue contra mujeres.

En Medellín, cuando se confirmó el primer caso de Covid-19 y se comenzaron a cerrar espacios como las Unidades de Vida Articulada (UVA), donde la Secretaría de las Mujeres ofrece la atención psicojurídica, el despacho elaboró un plan de emergencia, contingencia y continuidad para la atención de violencias contra las mujeres, el cual está conformado por tres mecanismos: la línea 123 Agenda Mujer (para mujeres en riesgo, víctimas de violencia y situaciones de emergencia), los hogares de acogida (lugares de protección temporal para mujeres en el mayor riesgo: el de feminicidio) y atención por dos líneas de Whatsapp (3214677071 y 3053192872), entendiendo que algunas pueden compartir techo con su agresor, “que no pueden llamar, hablar o que necesitan orientación intermitente a lo largo del día”, dice la politóloga de la UNAL Medellín, Juliana Martínez Londoño, doctora en Ciencias Humanas y Sociales de la Sede, y secretaria de las Mujeres de la Alcaldía Municipal.

En la UNAL Medellín las mujeres estudiantes víctimas de violencia basada en género o sexual, pueden recibir apoyo solicitando atención al correo electrónico Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. La Sede, durante el periodo de confinamiento por Covid-19, cuenta con un psicólogo y una socióloga, quienes están dispuestos a ofrecer asesoría y atención, así como remisiones a instancias internas y externas, teniendo en cuenta cinco etapas del protocolo que incluyen atención de emergencia, también en salud física y emocional, proceso disciplinario y seguimiento.


Violencias hacia las mujeres: con origen y justificación cultural

Algunos hombres se preguntan por qué cuando se habla de violencias de género se hace referencia a mujeres; la secretaria Martínez Londoño explica que responden a situaciones de desigualdad entre ambos géneros e “históricamente han sido las mujeres las que se han visto sometidas” y aunque está claro que pueden afectarlos también a ellos, a personas de orientaciones sexuales diversas o de género no normativas, “lo cierto es que hay cifras contundentes acerca de que tienen mayor peso para las mujeres”.

Además, continúa, “porque culturalmente se ha entendido que es normal que una mujer sea violentada y las agresiones justificadas porque antes se consideraba que eran propiedad de los maridos. ‘Quién sabe qué hizo’, ‘jode mucho’ o ‘se lo buscó’ son expresiones que normalizan la violencia contra las mujeres y que dan cuenta de que hay un trabajo específico por hacer para desnaturalizar eso que no sucede con la violencia contra los hombres”. Según la funcionaria, alrededor del 80% de las personas a las que se les hacen los exámenes en Medicina Legal en el país son niñas y mujeres.

La Ley 1257 del 2008 por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres, establece que estas son cualquier acción u omisión que cause sufrimiento, daño físico, sexual, psicológico, económico, o muerte, por la condición de ser mujer.

La violencia contra las mujeres es prevenible y las señales de alerta son, por ejemplo, humillaciones en público, culpabilizaciones, negligencia y ejercicio de control sobre ellas, prohibiciones, chistes o bromas hirientes, amenazas de muerte, entre otras actitudes.

Pertinencia de la solidaridad: “las mujeres no deben verse como competencia”

Hace dos años un hombre con el que estudiaba intentó abusar de Sara Valentina Avendaño Álvarez en una fiesta, su compañera de universidad, María Judith López López lo evitó y, recientemente, fue ella quien fue agredida sexualmente en el Metro: “un señor se bajó el cierre, sacó el pene y me lo refregó en las nalgas”. Esas dos malas experiencias las motivaron para ayudar a otras mujeres, mediante las redes sociales, para visibilizar casos de violencias durante el aislamiento social a causa de la pandemia; así reafirman lo que ha promovido el feminismo: “me cuidan mis amigas”.

Los medios a través de los que reciben reportes las estudiantes de trabajo social del Instituto Tecnológico de Antioquia son las cuentas personales de Facebook de cada una y los números de celular 3016002819 y 3042033632. Además de escuchar a las mujeres les hablan a las afectadas sobre la ruta de atención.

Varias les han contado sus historias, pero algunas les han pedido que no las publiquen. “Para ellas simplemente es sanador verbalizarlo o escribirlo en un papel”, asegura Avendaño Álvarez. El ejercicio, dice López López, ha contribuido mucho en el sentido en que les ha enseñado que las mujeres no deben verse como competencia, que es la construcción social que se ha tejido tradicionalmente.

Para Diana Marcela Gómez Correal, profesora del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo (Cider) de la Universidad de Los Andes, además de las acciones por parte del Estado con políticas públicas y ayuda focalizada con psicólogos y abogados, también se requiere de la sociedad en general; es importante la solidaridad que emerge de movimientos sociales, pero también entre amigos, amigas y familiares.

“Tanto las mujeres como los hombres deben mantener abierto el canal para que las que estén sufriendo estas violencias lo puedan contar y, en vez de censurarlas, como a veces pasa con quienes padecen agresiones sexuales, puedan recibir ayuda para salir de la situación o denunciar a los agresores”, asegura. Los medios de comunicación y la academia, agrega, también tienen un rol fundamental en difundir los tipos de violencias y los mecanismos de atención que existen.

En un país como Colombia, la pandemia, expone la profesora Gómez Correal, hace más visibles los problemas entre los que están la violencia hacia las mujeres, lo que “demuestra que somos una sociedad netamente patriarcal, así como la violencia hacia líderes y lideresas sociales, que muestra que la estrategia de guerra sigue vigente”. En ese sentido, plantea que los retos son hacer reformas estructurales y fortalecer las políticas públicas de mujeres, secretarías u oficinas de género. Además, repensar y analizar alternativas como las de los hogares de acogida, pues para ella, ante una agresión a las mujeres, quienes deben partir de sus hogares son los hombres.

Para los municipios de Antioquia, excepto Medellín, la Policía Nacional tiene habilitada la línea 155 para orientación a mujeres víctimas de violencia y la línea 122 está destinada para interponer denuncias ante la Fiscalía General de la Nación.

20 de abril de 2020