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La recomendación es continuar el trabajo en casa en la medida de las posibilidades. Foto: Pixabay.com.

 

Los rebrotes se seguirán dando, según analistas, pero sus magnitudes dependen de las acciones y responsabilidades individuales. Preferir el trabajo en casa y evitar aglomeraciones siguen siendo métodos apropiados para prevenir contagios.

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En general las universidades se han preparado para el momento de reingreso a los campus. La UNAL Medellín, por ejemplo, desarrolló la App Estamos Contigo, creada para el reporte del estado de salud, como lo destaca Olga Patricia Mora, coordinadora de Programas de Promoción de la Salud y Prevención de la Enfermedad de Bienestar Universitario. Aunque son medidas adecuadas, el regreso masivo a las instituciones no es pertinente por ahora.

Así lo considera académicos del G8, quienes coinciden en que lo mejor es continuar con la virtualidad, así como evitar las aglomeraciones, pues aunque el aislamiento preventivo obligatorio finalizó el 1 de septiembre (cuando dejó de estar regulado por el Gobierno nacional) la pandemia continúa.

Carlos Palacio Acosta, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, explica que la epidemia se caracteriza por tener varias fases. La primera es de preparación, luego está la de contención y, finalmente, la de mitigación, que, en la mayoría del país ha avanzado.

El hecho de que el país haya entrado en la dinámica del aislamiento selectivo quiere decir que “el proceso epidemiológico está en manos de los individuos para responder por un colectivo”, agrega el docente, quien explica que, aunque se aplicó la medida, hay varios territorios en los que todavía no han alcanzado el pico.

Para el Decano “la apertura se da en un momento en el que no habíamos completado totalmente todo el descenso y hubiéramos alcanzado unos controles desde el punto de vista epidemiológico”. En Antioquia, con la estrategia que se aplicó de cierres durante tres días y aperturas durante cuatro (¾) se logró controlar, según él, el brote que iba en ascenso hacia la saturación de camas de UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) y exceso de mortalidad, aunque estos indicadores, menciona, se han comportado como una meseta con una ligera tendencia al aumento.

En ese sentido, llama la atención acerca de que se deben tener en cuenta los riesgos epidemiológicos que puede traer consigo la apertura de más sectores, de lo cual todavía no se han empezado a ver los efectos. Con la medida de ¾ la tasa de velocidad de contagio, indica, se había logrado controlar de 3,4 a 0,98, pero hasta la semana anterior estuvo en 1,1 dada la flexibilización del aislamiento obligatorio.

La fase que viene, expone Marco Antonio González Agudelo, decano de Ciencias de la Salud de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), es la de “poscovid”, que dice, es muy importante porque puede ser de las mismas dimensiones de ascenso antes de llegar al pico.

Para Juan Manuel Toro Escobar, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad EIA, “hubo tiempo suficiente que les permitió a los servicios de salud aumentar la cantidad de camas para atención de los pacientes críticos, pero también de educar a las personas para estar listas para este momento”.

Repercusiones en la salud mental

El analista expone que, de la situación actual, se derivan cuatro curvas que explica así: una es la propia del virus, la segunda tiene que ver con pacientes de enfermedades distintas a la covid-19 que no se atendieron a tiempo, la tercera corresponde a aquellos con padecimientos crónicos que no hicieron un control adecuado durante este periodo y la última son las secuelas mentales, que deben evitarse buscando un equilibrio con la posibilidad de salir.

Al respecto, Ricardo Posada Saldarriaga, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad CES, comenta que recientemente publicaron una investigación sobre salud mental del personal de salud de Medellín y encontraron que más del 40% de esa población sufre “grados importantes de depresión y ansiedad”. “Los estudios que se han hecho durante la pandemia, no solo en Colombia sino en el mundo, han arrojado que hay varios diagnósticos de tipo psicológico relacionados con el miedo a la muerte propia o de los familiares, la soledad, la impotencia y los estigmas”, agrega.

Sin embargo, así como ya se tiene identificado que los prestadores de servicios de salud y de atención de pacientes son vulnerables, los docentes también tienen afectaciones significativas en salud mental en las cuales se les debe empezar a centrar la atención, según Carolina Gómez Restrepo, jefa del Departamento de Servicio Médico de la Universidad Eafit, quien plantea la necesidad de fortalecer las estrategias de acompañamiento para ellos en cada institución.

En la UNAL Medellín desde la Oficina de Seguridad y Salud en el Trabajo, y desde Bienestar Universitario, “nos enteramos de un incremento muy importante de enfermedades mentales, entonces nos hemos dedicado a trabajar'', dice la doctora Olga Mora. “Los instructores, como los de fútbol y natación, se reinventaron para dar sus clases. Cada que sabemos de algún estudiante con depresión o trastorno de ansiedad generalizada lo tratamos multidisciplinariamente”, complementa.

Finalmente, acerca de la covid-19 el decano Toro Escobar hace énfasis en que es seguro que se den rebrotes, pero la magnitud de estos depende del comportamiento individual y colectivo. En ese sentido los demás académicos insisten en recomendar a los ciudadanos evitar los escenarios que representan riesgo y garantizar el autocuidado como medida primordial.

Además, llama la atención Palacio Acosta, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, para que cuando llegue el momento de la apertura masiva institucional se puedan evitar situaciones como las que han ocurrido, por ejemplo, en Estados Unidos, donde se ha tenido que volver a cerrar después de ocho o 15 días de haber abierto dado que “el proceso no fue afortunado”.

Posada Saldarriaga, del CES, es enfático en recordar “el decreto acabó el confinamiento, pero no la infección por covid. Es preocupante que la gente salga a la calle si no es consciente de la importancia de cuidarnos a nosotros mismos”.

Es por eso que González Agudelo, de la UPB, afirma: “sí a una apertura inteligente, con todas las medidas de distanciamiento social, tapabocas, lavado de manos, evitar los conglomerados, el transporte público y seguir insistiendo en el teletrabajo, que es lo que nos va a salvar de rebrotes que pueden ser de igual magnitud del que se dio en el mes anterior”.

Las reflexiones resultaron del conversatorio La preservación de la salud y la vida está en nuestras manos, un espacio académico en el que participaron funcionarios de las instituciones que conforman el G8, las cuales son: la UNAL Medellín, la Corporación Universitaria Lasallista y las universidades de Antioquia, de Medellín, CES, Eafit, EIA y UPB.

(FIN/KGG)

14 de septiembre de 2020