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Las fuentes móviles aportan más del 80% de emisiones de contaminantes a la atmósfera. Foto: Unimedios.

  

Aunque hay transición a un periodo húmedo, la cantidad de vehículos circulando ha disminuido con el confinamiento y también hay menor ocurrencia de incendios, por lo que es poco posible que se dé un nuevo episodio crítico que afecte la calidad del aire de Medellín y el área metropolitana.
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Las contingencias ambientales por contaminación atmosférica duran una semana por lo general, se presentan durante el cambio de época seca a húmeda. Normalmente se dan entre febrero y abril, y entre octubre y noviembre. En ellos tienen influencia factores climáticos, como en el caso del área metropolitana del valle de Aburrá, influye la topografía, pues es largo y estrecho, característica que hace que las velocidades del viento sean bajas, lo cual impide que se dispersen los contaminantes.

De los dos eventos que se dan en el año, el primero es el más intenso, debido a que en ese momento es cuando ocurren más incendios, los cuales afectan la calidad del aire incluso si provienen de sitios distintos a Antioquia o, en general, de Colombia, según Carmen Elena Zapata Sánchez, profesora del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente, y coordinadora del Laboratorio de Calidad del Aire (Calaire) de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín.

La docente afirma que un año en el que se generó un mayor impacto fue el 2016, cuando solo en el valle de Aburrá se registraron más de 300 incendios forestales. Las conflagraciones en la Amazonía, la Sierra Nevada de Santa Marta e incluso en Venezuela ocurridas a inicios del 2020 repercutieron en el episodio crítico de marzo de este año, a pesar de que, en ese momento, por cuenta del aislamiento social obligatorio ante la pandemia por covid-19, hubo muy poco flujo vehicular y, por ende, se redujeron las emisiones de gases contaminantes, pues las contribuciones de fuentes móviles son de alrededor del 85%.

Debido a que en el actual periodo del año se presentan menos incendios por tratarse de una época en la que iniciaron las lluvias (las cuales lavan la atmósfera), el segundo episodio de contaminación atmosférica es de menos afectación. Sin embargo, para este momento del 2020, hay baja probabilidad de que se presente, debido a que, según la profesora Zapata Sánchez, “tenemos casi el 50% del parque automotor guardado, entonces no estamos generando tantas emisiones. No osbtante, vemos que ya no tenemos las estaciones (de medición) en verde como en mayo y junio, sino en amarillo”.

El hecho de que no estén en rojo, según José Fernando Jiménez, también del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín, no quiere decir que “empecemos a contaminar”. Lo dice para hacer alusión a que se debe tener cautela con el uso vehículos que, tras el confinamiento obligatorio, debería ser gradual.

Los planes con los que cuenta el valle de Aburrá para atender los episodios críticos de contaminación del aire establecen que las acciones para mitigarlo se empiezan a generar cuando se registra acumulación de 37 microgramos (µg) por metro cúbico de material particulado menor de 2,5 micras. “Hay una discusión acerca de que se debería usar el valor máximo guía de la OMS, que indica que a partir de 25 µg por metro cúbico consideran que hay una afectación a la salud. Nosotros deberíamos ir migrando a ese valor porque para el 2030 debemos cumplir con la norma”, agrega.

Es importante pensar otras maneras de mitigar el problema, según Carlos Alberto Echeverri Londoño, profesor de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Medellín, quien afirma que, “lo más fácil es tomar medidas a la ligera”. Y se refiere a que hay que poner más atención a las normas de emisión que regulan las fuentes fijas.

Si bien la posibilidad de que haya por el momento pocas emisiones, menor cantidad de vehículos circulando, y una época húmeda, no quiere decir que se deba bajar la guardia, puesto que actualmente en Brasil hay incendios que podrían afectar después la calidad del aire en el valle de Aburrá, según la docente Zapata Sánchez.

El control de las conflagraciones, dice el docente Echeverri Londoño, no dependen totalmente de nosotros, por lo que el llamado es a no “agravar el problema (de la contaminación del aire), esto hacer uso adecuado de los vehículos”.

La tarea de efectuar acciones para evitar la contaminación atmosférica, llama la atención de la profesora Zapata Sánchez, no es exclusivamente de la autoridad ambiental.

En ese sentido, el profesor Jiménez, afirma que la educación al respecto se debe continuar promoviendo, teniendo en cuenta que los episodios críticos anuales comenzaron a darse hace unos cinco años por el aumento significativo del parque automotor.

En el valle de Aburrá la contaminación también es exógena (de aportes indirectos a través del aire), explica el profesor Echeverri Londoño. Eso, dice, quiere decir que aún se desconoce mucho el problema, por lo que hay que seguir investigando y en esa tarea se desempeñan las universidades.

Los estudios, afirma, hay que hacerlos también sobre otros contaminantes. Si bien el principal es el material particulado, cree que “no se deben olvidar otros como el ozono, el monóxido de carbono en vías céntricas y de alto flujo vehicular y algunos más complejos como benceno”.

La recomendación del profesor Jiménez va en el sentido de que no se pueden evitar ciertas condiciones atmosféricas y restricciones propias de la geografía, pero sí se puede generar mayor consciencia sobre la contaminación, que es un problema de todos.

Los dos profesores de la UNAL Medellín reconocen que la ciudad ha avanzado en el transporte que usa energías limpias como el Metro, los cables aéreos, la implementación del sistema de bicicletas públicas, el Tranvía de Ayacucho o la aprobación del Metro de la 80.

Sin embargo, el docente Jiménez manifiesta la necesidad de continuar trabajando para derribar ciertos imaginarios: “así como nos vendían los chicles para vernos más sexis, también nos crearon la idea de que en un carro personal somos más que los otros. Ignorancia y vanidad. ¿Hay algo más bello que un ciclista? ¿Algo más grato que caminar y contemplar el mundo en trayecto?”.

Sugiere, en caso de ser posible, que las personas opten por vivir cerca de su sitio de trabajo o utilizar transporte privado pero de forma grupal, por ejemplo. El llamado es a los ciudadanos, porque como menciona la profesora Zapata Sánchez, el problema no lo resuelve solo la autoridad ambiental.

(FIN/KGG)

21 de septiembre de 2020