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Algunos investigadores tardan más en producir artículos científicos por no dominar el inglés. Foto: Unimedios.

 

Lo ha sido desde el siglo XX, principalmente. Analistas reflexionan sobre lo que esto puede representar para la producción científica o la apropiación social del conocimiento y de la importancia de acercar el español a la ciencia, pues las lenguas locales están ligadas al pensamiento, el cual debe ser válido y variado.
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“Parte de (la idea de) esta transmisión es que ustedes también sientan la emoción, el suspenso y todo lo que toma hacer el análisis”, dijo la ingeniera aeroespacial colombiana Diana Trujillo el 18 de febrero de 2021 cuando comunicó en vivo la llegada del róver Perseverance a Marte, que se lanzó el 30 de julio de 2020. Fue la primera vez que la NASA narró en español una misión planetaria.

Ese hecho, además de constituirse como un importante logro marca un hito, a la vez, como oportunidad para reflexionar sobre el rol del idioma español no solo en la divulgación sino también en la producción científica, en la que el inglés ha adquirido preponderancia.

El poder que tiene ahora ese idioma en contextos científicos viene del siglo XX. Antes, en el XIX, tuvieron incidencia los llamados lenguajes vernáculos, pues “se venía del poder que ejerció el latín a nivel internacional y después se empezó hablar de ciencia moderna en francés, alemán e inglés, principalmente”, indica Francisco Collazo Reyes, coordinador del área de Bibliometría en la Biblioteca de Ciencias Exactas del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de México, quien ha desarrollado estudios en el área de la historia de la ciencia.

Ahora, en el siglo XXI, el español está relegado, y así lo demostró un estudio de Valeria Ramírez Castañeda, bióloga de la UNAL y actual estudiante de doctorado en la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos), el cual identificó que el 98% de las publicaciones en ciencia están escritas en inglés, incluso entre investigadores de naciones en las que es lengua extranjera, y que los servicios de traducción y edición cuestan entre ¼ y la mitad de un salario mensual de un estudiante de doctorado en Colombia.

En el documento, Desventajas en la elaboración y publicación de artículos científicos provocadas por el dominio del idioma inglés en la ciencia: el caso de investigadores colombianos en ciencias biológicas, que publicó en la revista científica Plos One, cuestiona que a pesar de que entre los propósitos actuales está el aumentar la producción científica de América Latina, hay una correlación importante con el dominio del inglés, lo que mantiene la brecha y “profundiza la desigualdad en la producción de conocimiento”.

El bilingüismo y la actitud de cambio

Involucrar el español en la producción científica o aprender inglés para adecuarse al sistema de producción científica. Estas son las posturas, a grandes rasgos, que se generan al analizar el tema que inevitablemente conduce a la reflexión sobre el bilingüismo.

Román Castañeda Sepúlveda, director del área curricular de Física de la Facultad de Ciencias de la UNAL Medellín, recuerda que alguna vez mientras preparaba un proyecto de colaboración de movilidad de estudiantes, le preguntó al encargado del programa en la universidad extranjera sobre la disposición de sus alumnos para aprender español y recibir las clases en ese idioma en la Sede, y él le respondió: “poca”.

Con esto, dice el docente de la UNAL Medellín, se comprende que el bilingüismo no es solamente un recurso de comunicación sino también de carácter político: “Para nosotros el bilingüismo es un problema, pero para otras sociedades no, porque esperan que cuando uno los visite les hable en inglés y que cuando ellos vengan, nosotros les hablemos también en ese idioma”.

Cree, en ese sentido, que se deberían incluir cláusulas de aprendizaje de español como idioma extranjero para generar relaciones colaborativas entre iguales. Lo lamentable, agrega, es que no todos los científicos son sensibles a esa necesidad.

Romper la hegemonía

Las revistas indexadas también han marcado la pauta en la hegemonía del inglés en la producción científica. Las formas de organizar la información provienen de la República de las Letras, según Collazo Reyes.

Las universidades latinoamericanas están volcadas a comunicar en inglés y en revistas especializadas extranjeras, por cuya lectura de artículos deben pagar los usuarios, una práctica estimulada por los indicadores de calidad. En relación a esto el profesor Castañeda Sepúlveda hace alusión a la pertinencia de un cambio de valoración de los órganos de difusión.

“Romper hegemonías no ha sido fácil, pero tampoco imposible, y se han construido nuevas”, expresa la investigadora Ramírez Castañeda. Para ella el hecho de que existan voces que soliciten un cambio es un avance para científicos que están sintiendo “el peso” del idioma extranjero y “que siempre van a tener una desventaja con respecto a sus compañeros que nacieron en un país de inglés nativo, que sienten esta injusticia y dependencia”.

Apropiación social del conocimiento

Otro tema importante en este análisis, según el profesor Castañeda Sepúlveda, es la apropiación social del conocimiento en las comunidades que hablan español, lo cual resulta importante, por ejemplo, en mitigación de impactos de crisis como las catástrofes ambientales, inventarios de recursos o clasificación de especímenes. Y eso, agrega, pasa por codificarlos en el idioma local, además de un proceso que debe ser participativo en diferentes niveles.

Es también en ese sentido que la investigadora Ramírez Castañeda llama la atención sobre la importancia de visibilizar el español en la producción científica, para lo cual “hay que empezar por exigir y decir: si vienes acá a investigar tienes que traducir tu artículo, es lo mínimo. Debemos empezar a manifestar cómo pueden cambiar esas dinámicas. Es algo que tenemos que pensar como latinoamericanos, no esperar a que ellos nos den lo que quieran sino decir qué queremos recibir nosotros, qué nos parece justo”.

Quizá un acercamiento a eso fue la transmisión en español del amartizaje del Perseverance, lo que al profesor de la UNAL Medellín le pareció importante como fenómeno social. La intención de Diana Trujillo fue, tal vez, ser una especie de vehículo para la apropiación social del conocimiento. En entrevista en Caracol Radio manifestó que quiso dar un mensaje “a todas las personas que siempre nos han ayudado y sueñan con nosotros: las abuelas, los maestros, los padres, o las niñas y niños que quieren trabajar en la NASA como ingenieros y científicos”.

En defensa del español

Las razones para interceder por el español en la producción científica le resultan incluso emocionales a la investigadora Ramírez Castañeda, pues plantea que hay quienes se han sentido inferiores, que tienen que hacer o esforzarse mucho más que otros, que no son escuchados o que son rechazados por la comunidad científica en espacios académicos. Su estudio arrojó que 33% de los estudiantes de doctorado eligió no asistir a conferencias internacionales debido a la obligatoriedad del uso del inglés en las presentaciones orales.

¿Hasta qué punto se debe permitir la injerencia del inglés en la ciencia latinoamericana? El profesor Castañeda Sepúlveda complementa que desde su perspectiva de investigador cree muy difícil modificar el sistema, pero como ciudadano considera loable y perentorio hacer campañas para retomar la codificación científica en español.

En cuanto a producción científica Collazo Reyes cree que el español no va a ser la escalera para alcanzar niveles distintos a los que se conocen desde 1950, que no han cambiado. A pesar de ello, cree que “se pueden hacer cuentas alegres: uno se puede engañar, lo digo porque curiosamente la ciencia en América Latina nunca ha dejado de crecer, pero si se revisa nunca pasamos del 1% de la aportación, y eso termina siendo una ilusión”.

Abogar por la riqueza de los idiomas en el quehacer científico es importante para la investigadora Ramírez Castañeda porque “la lengua está totalmente ligada al pensamiento, a las ideas y a la posibilidad de observación, que en realidad en ciencia significa mayor diversidad de preguntas, entonces homogenizarla significa perder esa opción”. Además, considera que es una reafirmación del mensaje de que la ciencia también se hace en los países que no son grandes potencias: “que no es algo que miramos de lejos ni desde los términos raros”.

(FIN/KGG)

1 de marzo de 2021