La presencia y la importancia de la mujer, así como los paradigmas y barreras invisibles que tienen que enfrentar hoy en los escenarios tanto académicos (docencia e investigación), como del mundo de los negocios y las empresas en Colombia, fue el tema de la primera sesión del 2021 de la Cátedra Universociedad sobre Mujer y sociedad en Colombia, el pasado 27 de enero.
Esta Cátedra es un esfuerzo conjunto de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, la Caja de Compensación de Antioquia COMFAMA y la Asociación Nacional de Industriales – ANDI, Regional Antioquia. En este espacio se encontraron Verónica Botero, decana de la Facultad de Minas de la Universidad en su Sede Medellín; María Luisa Zapata, responsable de Gerencia Social y Relaciones Internacionales de Comfama; Katherin Gómez, subgerente de la ANDI Antioquia; y el profesor Oscar Jaime Restrepo, gestor y anfitrión de la Cátedra.
Hoy se están dando las primeras señales en la sociedad de que hay un cambio de paradigma en los temas de género en el mundo de las ciencias y en el mundo empresarial, que apuntan a romper los techos de cristal, el cual es el término metafórico para referirse a las barreras invisibles y a los paradigmas profundos que obstaculizan la presencia plena de las mujeres en los procesos de decisión, construcción y orientación de las sociedades. El término fue acuñado hace más de 40 años por Marilyn Loden y ha sido utilizado desde entonces en las reflexiones feministas para visibilizar los modelos de pensamiento no evidentes que obstaculizan las carreras de las mujeres para acceder a posiciones de poder y decisión.
En la cátedra, la decana Botero señaló la importancia de que haya cifras y mediciones que evidencien las realidades que viven las mujeres. Como sustento de este principio, expuso un recorrido por tres olas de la historia del feminismo en el mundo, a partir de referentes geográficos y de tiempo alrededor de hechos significativos. La primera ola se evidencia en el siglo XVIII, con el reclamo por el derecho a la educación, al trabajo y al fin de los malos tratos en el matrimonio, los cuales no fueron tenidos en cuenta por la Revolución Francesa como parte de los Derechos Humanos. La segunda ola va hasta la primera mitad del siglo XX, en la que se lucha por el derecho al voto, a poder adelantar estudios superiores y así poder ejercer cualquier profesión, y, por lo tanto, a tener capacidad de decisión sobre su dinero y sus bienes. La tercera ola en la historia del feminismo en el mundo se da desde la segunda mitad del siglo XX hasta ahora, en la que se evidencian las tensiones del poder y del dominio en la vida cotidiana personal e institucional, bajo los paradigmas históricamente moldeados de la concentración de las decisiones en las figuras patriarcales, lo que ha abierto la comprensión del papel de las micropolíticas en las relaciones interpersonales desde la familia hasta las organizaciones y como de manera preocupante estas condiciones favorecen la ocurrencia de las violencias de género.
En ese marco la conversación derivó a exponer las cifras a través de las cuales se hace tangible ese techo de cristal en la academia y en la empresa. Para el caso de la Universidad Nacional de Colombia, con datos del 2018 de todas sus sedes -las de Bogotá, Medellín, Manizales y Tumaco-, arrojan que hay cerca del doble de estudiantes hombres que de estudiantes mujeres. También se mostraron las cifras que evidencian la existencia de una segregación por género, cuando se encuentra en la Facultad de Minas que solo el 28% de sus estudiantes son mujeres, mientras que en la Facultad de Nutrición y Dietética de la UNAL Bogotá, las estudiantes mujeres son alrededor del 85% del total. Lo mismo ocurre en los datos sobre la población docente, ya que de alrededor de 3.000 docentes de planta solo el 30% son mujeres.
Para el mundo empresarial, la subgerente de la ANDI Antioquia, Katherin Gómez, expuso cómo, según la Encuesta Ranking Par del 2020 que se hace en Latinoamérica, en Colombia el porcentaje de empresas en las que la mujer es la máxima autoridad es del 26%. Esta misma encuesta también muestra un fenómeno de segregación de hecho respecto a las funciones en las empresas. Mientras en el área de informática la presencia de las mujeres es del 27.4% y en la de producción es del 33.4 %, las proporciones se invierten al mirar las áreas de recursos humanos, con un 67% y en comunicaciones con un 65.6%. En esa misma línea María Luisa Zapata de Comfama anotó la manera como la proporción de las mujeres disminuye a medida que se asciende en la jerarquía de las organizaciones, como lo evidencia para Colombia la Encuesta Ranking Par del 2020 al señalar que la presencia de mujeres en los niveles de Junta Directiva son del 24% y como CEO son del 26%, mientras en los niveles operativos 3 y 4 alcanzan el 46.8 % y el 54.8 % respectivamente. Estas cifras, tanto de la academia como de las empresas, evidencian la presencia de esas barreras que se traducen en la falta de equidad de género en la sociedad.
Sin embargo, así como a lo largo de la historia se fueron estableciendo esos paradigmas en los valores y las costumbres que son obstáculos para que se desarrolle todo el potencial de aporte y construcción que tienen las mujeres, hoy esas barreras son cada vez más tangibles y concretas gracias a los avances relativamente recientes de los movimientos de género; procesos sociales y de pensamiento que permiten entender este fenómeno, desarrollar instrumentos para registrarlo y medirlo y sentar las bases para romper esos techos de cristal.
En ese sentido, la decana Verónica Botero explicó cómo hoy el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo-PNUD-, trabaja en la medición del Índice de Desigualdad de Género en los países, con indicadores de las dimensiones de salud, empoderamiento y mercado laboral, se permite monitorear y comparar entre países el estado de la equidad de género y así tener una base para evaluar políticas y sugerir caminos y alternativas. En Colombia, en la Constitución del 91, se logró que quedaran consagrados el derecho a la igualdad en la familia, a la planificación familiar, al divorcio, a la igualdad entre la unión libre y el matrimonio y la protección de la mujer embarazada y de las mujeres cabeza de hogar. El movimiento social feminista y sus organizaciones permitieron también avances como la Ley contra la violencia intrafamiliar en 1996, la Ley de cuotas en el 2000 y la Ley de violencia contra las mujeres del 2007.
Dentro de la Universidad Nacional de Colombia, la decana Botero dio a conocer pasos importantes que se han dado, como el Acuerdo 035 del 2012 de la Política institucional de equidad de género y de igualdad de oportunidades en la Universidad Nacional de Colombia, el Acuerdo 013 del 2016 para la Creación del Observatorio de asuntos de género y, en 2018, la adopción del Protocolo para la prevención y atención de casos de violencias basadas en género y violencias sexuales en la Universidad Nacional de Colombia. Particularmente en su campo, la decana destacó el trabajo de la organización Women in mining, que está trascendiendo a las prácticas de género de las empresas del sector en el mundo, como se está viendo en Colombia con el caso de Argos.
Desde la mirada empresarial de la ANDI, Katherin Gómez contó acerca del Programa de Mujeres en Juntas Directivas, que es parte de un compromiso para atender las brechas de género que afectan el desempeño empresarial. En la justificación de este Programa en el sitio web de la ANDI se cita el Informe Catalyst del 2011, que señala que las empresas que cuentan con tres o más mujeres en juntas directivas tienen tasas de rentabilidad sobre las ventas que son 84% superiores. Así mismo, cita el informe publicado por la Organización Internacional del Trabajo, que asegura que “una junta directiva incluyente y con equilibrio entre los sexos recibe ideas diversas, entiende mejor las preferencias de los clientes, garantiza mayor diligencia y, por consiguiente, toma decisiones más acertadas”.
Como conclusión de estas exposiciones y las conversaciones entre las invitadas a esta sesión de la Cátedra Universociedad, hubo acuerdo en que a pesar de los pasos importantes que se han dado, todavía hay mucho camino por recorrer en materia de cambios estructurales, mediante políticas y normas que, como acciones afirmativas, vayan modelando una nueva cultura y nuevas dinámicas. Acciones que progresivamente vayan desmontando los sesgos de género existentes, para que se abran las condiciones de un pleno desarrollo, aporte y bienestar de las mujeres en la sociedad.
(FIN/FCV)
23 de marzo de 2021