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El Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica Integrada busca transformar la manera de valorar la naturaleza. Foto: tomada de n9.cl/6ayqg

 

El país primero debe conocer, de manera continua, cuál es su disponibilidad de recursos y ecosistemas para implementar el Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica Integrada propuesto por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el cual busca ir más allá del Producto Interno Bruto (PIB) y propender por el bienestar social. Analistas explican la importancia y los riesgos.

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El Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica Integrado es un nuevo marco estadístico para medir prosperidad económica y bienestar humano, e incluye los aportes de la naturaleza. Es, también, la herramienta metodológica que los países deben seguir.

El secretario general de la ONU, António Guterres, llamó la atención acerca de que "los recursos naturales no aparecen en los cálculos de riqueza de los países” y que “el sistema actual se orienta en favor de su destrucción, no hacia su preservación", por lo que expone que se debe transformar la manera de valorar la naturaleza.

Normalmente en economía se registra la información de las distintas variables relevantes a precios de mercado en las cuentas nacionales, lo que da una idea del valor agregado en cada uno de los rubros, con cuya sumatoria se puede inventariar el PIB de una región o país.

El análisis macroeconómico convencional no registra actualmente los servicios ambientales que prestan los ecosistemas, porque no son, como tal, una mercancía, según Camilo Ignacio Coronado Ramírez, profesor del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín.

Lo que se propone con el Sistema, expone, “es comenzar a construir una contabilidad ambiental que trate de hacernos recapacitar acerca de que, cuando se extrae un recurso también se está agotando un patrimonio, y buscar la sostenibilidad”. Para no ser tan abstracto, lo ejemplifica con el caso de Dubái, rico en petróleo, el cual no es renovable, por lo que está invirtiendo en otros ámbitos económicos para que así el flujo de ingresos sea reinvertido de manera permanente y a futuro.

Según Juan David Osorio Múnera, profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Antioquia, la importancia de los recursos no solo radica en su uso, que es desde donde la economía tiende a tomar decisiones, y en ese sentido esta área comienza a preocuparse de que las acciones que se están tomando en materia de medioambiente están generando efectos negativos a nivel del bienestar social, dado que existen valores ecológicos que no necesariamente son económicos.

“Se trata de pasar de tener en consideración que toda la naturaleza está al servicio del hombre, a pensar en que él hace parte de ella y que debe ser responsable de lo que ocurre. En esa dinámica va cambiando la economía, que se va nutriendo de otras áreas para tomar decisiones con respecto a recursos naturales teniendo en cuenta otros indicadores más allá de la producción, por lo que no hay que enfocarse solo en el Producto Interno Bruto (PIB)”, explica.

Aunque la ONU comunicó recientemente el sistema, la idea no es nueva, según Francisco Correa Restrepo, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Medellín. Él expone que desde que se crearon las cuentas nacionales en 1944, relacionadas con el consumo de bienes y servicios, se empezó a medir la actividad económica en los países y no se habían incluido los recursos naturales, de lo que se empezó a hablar en los años 80.

¿Es pertinente?

El sistema sí es pertinente, cree el docente Coronado Ramírez, pero también considera que puede ser peligroso. Dice que cuando un país preserva un bosque, por ejemplo, este se convierte en sumidero de carbono, entonces se debería pagar por ese servicio ambiental, pero afirma que el criterio de la sostenibilidad fuerte tiene un carácter geográfico específico y no es válido que un país se desarrolle y le ponga limitaciones tanto al de otros como a la posibilidad de acceder a los recursos que tiene el territorio.

Por su parte, para el profesor Osorio Múnera, es útil para la toma de decisiones y generar mayor conciencia de que si, por ejemplo, los entes institucionales encargados dan permisos a proyectos energéticos o mineros, tengan en consideración que, si bien producirán dinero, también ocasionarán impactos ambientales.

Retos en la aplicación

Lo primero es que se deben tener cuentas físicas, es decir, conocer cuál es la disponibilidad de recursos y ecosistemas, y si bien el docente Osorio Múnera cree que hay esfuerzos realizados por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), estos deben ser continuos en el tiempo, y eso no se ha logrado. “Hoy los indicadores que presenta son del 2017 con proyección al 2018, entonces no estamos logrando tenerlos en el momento en el que se están tomando decisiones”, afirma.

Otro paso es cuantificar costos de mantenimiento de la disponibilidad de recursos ambientales en el que incurre la estructura institucional del país, y el último, del cual no hay actualmente suficiente información, de acuerdo con el profesor, es llevar a indicadores monetarios importantes componentes del capital natural como por ejemplo la biodiversidad.

Según el académico, se está en una fase en la que se deben realizar muchos esfuerzos con el poco presupuesto que se destina al sector ambiental. Además, organizar y actualizar la información e irla refinando: encontrar mejores indicadores de impactos ambientales.

“No quiere decir que si no estamos preparados no se tiene que empezar a hacer, lo importante es tener un diagnóstico e inventario”, asegura el profesor Correa Restrepo, quien señala que el inventario en Colombia puede comenzar por los ríos en términos y calidades en sus caudales y estados de conservación, un trabajo que puede existir, pero desarticulado. La organización, plantea, puede ser una tarea interesante para la academia.

La herramienta es un complemento que aporta a tener una mirada multicriterio, que el profesor Coronado Ramírez considera más adecuada para tomar decisiones con respecto a problemas complejos. Si se usa bien, concluye, puede incluso dar algunas luces para desarrollar políticas públicas, el riesgo, dice, es que se ate a juicios políticos.

(FIN/KGG)

5 de abril de 2021