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El pasado 6 de mayo la Cátedra Saberes Con Sabor desarrolló el tema: ¿Cómo ha evolucionado la presencia de la género-diversidad en la ciencia y la academia?. Foto reproducción.

 

Ruth López y Ángela Camacho son dos mujeres del mundo de la ciencia y de la academia que han transitado por caminos diferentes. Ruth por los caminos de la Historia y de las ciencias sociales, y Ángela por los caminos de la Física y de las ciencias exactas. Sin embargo cada una por su propio camino ha llegado al tema que las reunió en esta conversación de la Cátedra Saberes con Sabor acerca de las barreras y los desafíos de las mujeres en el mundo de la ciencia, que ha sido modelado en términos y condiciones predominantemente masculinos, en detrimento o desconocimiento de la presencia y los aportes de las mujeres.

Ángela Camacho, quien fue la primera mujer colombiana en obtener un doctorado en Física de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz en Alemania, cuenta cuál fue el momento que la orientó hacia la reflexión y el trabajo sobre la presencia de las mujeres en la ciencia: “Fue como en el 2002 que me invitaron a una reunión de la JUPA y me decían que era una reunión de mujeres en Física. Y eso me llamó mucho la atención, porque dije: tan raro si somos tan poquitas ¿por qué vamos a hacer una reunión nosotras solas? Luego me di cuenta que lo que me estaba solicitando realmente era abordar temas de las mujeres científicas colombianas en un ambiente que es totalmente masculino y que les presentara los datos de cómo estábamos nosotros en Colombia. Empecé a buscar y me encontré que no había datos discriminados por género. El Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología existía desde 1999 y no había datos. Así fue como por primera vez me sorprendí de que las mujeres como científicas éramos tratadas estadísticamente como científicos. No en masculino, sino en neutro. Éramos parte de la masa, que se llama científicos. Me di cuenta entonces que precisamente eso es lo que había que cambiar, que la brecha de género en Física no era solamente cosa de que somos poquitas, sino que en Colombia y en todo el mundo seguimos siendo muy pocas. Me di cuenta que la discriminación era un hecho que yo muchas veces negaba”.

Ruth López, que es doctora en Historia de la Universidad Pablo De Olavide, nos cuenta el momento en su proceso académico que la llevó a ser una investigadora de los temas de mujer y género: “Yo estudié Historia en la Universidad Complutense de Madrid y había una asignatura que se llamaba Historia de la teoría feminista. Esa asignatura la ofrecía el Instituto de Investigaciones Feministas. Yo nunca había oído hablar de esto. Para mí el asunto del feminismo era algo que tenía que ver con construcciones sociales y políticas. Y en este curso, yo creo que fue por el año 1996, pues fue un gran aprendizaje pero también una gran extrañeza. Sentí, cómo en todos estos años que yo he estado estudiando Historia, ¿por qué nunca había oído hablar de estas luchas, de esos movimientos, de estas escritoras, de estas pensadoras? Sentía que de alguna forma mi propia carrera de la Universidad nunca me había ofrecido esa perspectiva”.

Al avanzar en la conversación hacia cómo se llegó a que en el campo de la ciencia y la academia se dieran esas situaciones de diferentes grados y formas de discriminación de la mujer, Ruth hace una reflexión para mirar más detenidamente la objetividad y la neutralidad de la actividad científica: “La academia no es solamente un proceso abstracto e incorpóreo de producción de conocimiento. Es un proceso que se produce en la interacción entre personas que se reúnen, que se forman, que se hacen preguntas que están vinculadas por unos procesos institucionales. Y en todas esas etapas, desde la selección de los temas de investigación, hasta la composición de los equipos de investigación y la forma en que se realizan, los procesos están afectados por los sesgos de quienes vamos por esos conocimientos. Sesgos como los estereotipos o esos prejuicios que a veces pasan sin que uno se dé cuenta de que efectivamente los dice”.

Ángela también propone su punto de vista: “Nadie se imagina que se puedan presentar conflictos de género en la vida diaria de la actividad científica. Pero la ciencia es hecha por seres humanos y hay maneras masculinas y maneras femeninas. Y hasta ahora este quehacer ha sido prácticamente hecho solo por hombres. La estructura está muy marcada por los rasgos masculinos convencionales. La carrera científica está basada en el modelo masculino de una alta movilidad geográfica, dedicación, disponibilidad, flexibilidad en términos de tiempo y horarios, y una productividad científica ininterrumpida y competitiva. El ambiente científico es androgénico y eso impone unas barreras inmensas para el avance de las mujeres en las carreras científicas. Yo creo que tensiones y discriminación hay en todas partes, pero las tensiones y discriminación que hay en la ciencia nadie las toca”.

Ruth llama la atención acerca de cómo esas condiciones de discriminación se interiorizan en las instituciones y trascienden a los resultados del trabajo científico: “Una investigadora afroamericana que se llama Joy Buolamwini hizo un trabajo sobre los sesgos de los algoritmos, donde se muestra que los algoritmos de reconocimiento facial no están bien entrenados en género, y además reproducen los prejuicios del pasado porque los algoritmos aprenden del pasado. Y cómo aprende de un pasado que fue sexista y que fue androcéntrico, pues entonces van a reproducir ese sexismo y ese androcentrismo”.

De cara a enfrentar estos retos Ángela nos dice: “Las maneras femeninas son otras: son sensibilidad, responsabilidad, intuición, cuidado y eso se va dejando de lado. La ciencia sería diferente si las mujeres hubieran contribuido en igual proporción que los hombres y si hubieran influenciado rasgos femeninos como la sensibilidad, la inteligencia emocional, esa capacidad altruista. Entonces no estaríamos hoy abogando por la ciencia abierta, inclusiva y equitativa”.

Movida por todas estas situaciones, Ángela impulsó desde la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, la creación de la Red Colombiana de Mujeres Científicas: “La Academia pertenece a la Red Interamericana de Academias de Ciencias y esa Red creó el programa de Women for Science en 2010. Se necesitaba una representante de Colombia para ser el punto focal y así fue como yo empecé a insistir en trabajar por aumentar el número de mujeres en la Academia. La Red nació oficialmente el 14 de marzo de 2016, acabamos de cumplir 5 años. La Red está compuesta por 6 nodos, el nodo Caribe, nodo Pacífico, nodo Eje Cafetero, nodo Centro Oriente, nodo Llanos y nodo Centro Sur. Actualmente somos 60 científicas miembro y todas venimos de diferentes áreas: de ciencias naturales, de ciencias exactas, de ciencias sociales y de ciencias humanas. Estamos trabajando en seis grupos:

  • Uno que es el de motivación de las niñas, y elaboramos productos que incluyan aspectos de vida, biografías e historias sobre mujeres científicas para que los docentes los puedan utilizar en sus aulas.
  • Otro donde tenemos la mentoría de jóvenes científicas en la que vamos a trabajar con jóvenes colombianas en todos los temas de STEM con el fin de apoyar el desarrollo de las carreras científicas.
  • También uno que trabaja un modelo de autoconfianza, de motivación, de visión, de habilidades, de comunicación, planificación y negociación dirigido a las mujeres colombianas mayores de 18 años que estén interesadas en reforzar sus habilidades en temas científicos y de liderazgo.
  • La Red evalúa con perspectiva de género las políticas públicas que hay disponibles en ciencia y tecnología en Colombia, enfocándonos en el aporte para diseñar una política pública a favor de la participación de las mujeres en ciencia y tecnología en condiciones de equidad.
  • Se hace investigación en género, ambiente y salud para posicionar la Red como una agencia consultora científica sobre la integración de género en temas de emprendimiento, medio ambiente y de salud. La idea detrás de todo esto es contribuir al desarrollo del país desde una perspectiva de género con una base científica.
  • La Academia creó el año pasado su propia Comisión de Género, Ciencia y Tecnología, compuesta por 5 hombres y 5 mujeres que trabajan en la importancia de despertar ese interés de todo el mundo por lograr que las jóvenes científicas puedan contribuir al desarrollo del país en igualdad de condiciones que sus compañeros hombres”.

Desde todas estas preguntas y cuestionamientos a la situación de las mujeres en la ciencia y la academia, Ruth abordó un trabajo académico para indagar en la historia la comprensión de estas situaciones: “En ese periodo de 2015 a 2017 trabajamos con la profesora Gloria Patricia Zuluaga y la profesora Mónica Reinartz de la Facultad de Ciencias Agrarias de nuestra Sede, una investigación que tenía que ver con los 100 años de la Facultad de Ciencias Agrarias y recoger las experiencias de esas primeras mujeres científicas, de esas primeras mujeres que son egresadas de la Facultad, y después lo extendimos a la diferencia entre las primeras generaciones y las 3 generaciones de mujeres más jóvenes, y cómo habían cambiado los contextos, los estereotipos, las dificultades. Y de ahí sale un libro que se llamó Mujeres universitarias, profesionales y científicas. Mucha gente cree que la equidad de género no se ha logrado en algunas áreas de las ciencias y de las tecnologías, porque no ha pasado suficiente tiempo. Pero realmente cuando nosotras hicimos el estudio lo que evaluamos es que en realidad eso no ha sido así. Esto puede tener avances, pero también se pueden producir involuciones. Por ejemplo la incorporación de las mujeres en algunas áreas de las ingenierías avanzó hasta los años 90 y de los años 90 hasta la actualidad se devolvió. La diferencia de género aumentó en vez de disminuir. Entonces la idea es no dar por sentado que simplemente se trata de una cuestión de tiempo”.

Al mirar hacia adelante en el tiempo, tanto Ángela como Ruth señalan inmensos retos para un futuro que es inmediato y del que dependen desarrollos tecnológicos que rapidamente están haciendo parte de la vida de las personas. Ángela lo expresa en estos términos: “El tema de Inteligencia Artificial, es importantísimo porque empieza a calibrarse con decisiones éticas y condiciones de un código de valores, en un marco de comportamiento moral donde la inteligencia artificial se desarrolle en representación de la humanidad. Yo creo que una dificultad es que las mujeres no han podido participar mucho en toda esta industria 4.0. Y el peligro es que se están perpetuando todos esos prejuicios tradicionales de género a medida que aumenta el impacto de la inteligencia artificial en las prioridades de la sociedad. Al fin y al cabo Machine Learning es trabajar con números y estadísticas. Pero son estadísticas que ya vienen con los sesgos y la Inteligencia Artificial se alimenta de esos datos sesgados y lo que hace es amplificar y perpetuar todos esos estereotipos dañinos sobre las mujeres. Entonces habría que pensar cómo detener ese sesgo, cómo asegurarnos de que las mujeres no solamente sean consumidoras si no que sean productoras de la inteligencia artificial. Necesitamos más inteligencia femenina en la Inteligencia Artificial”.

La mirada de Ruth sobre las perspectivas a futuro son las siguientes: “Es muy grave que en 2021 la tecnología no haya incorporado todos los avances en términos de normativas que propenden por cerrar la brecha de financiación de los grupos de las mujeres y de los hombres. En términos de ciencia, es una brecha que en Colombia ni se mide ni se atiende. Hay que tener líneas de base, analizar y ponerle números a estas desigualdades para poderlas comprender mejor. Por otro lado están los asuntos de las violencias de género. Hay que abordar tanto las violencias simbólicas y las violencias verbales como las violencias físicas y sexuales que se dan en el contexto de las academias. En eso creo que en la Universidad Nacional hemos hecho un aporte pionero en Colombia que es un protocolo contra las violencias sexuales y de género. Otro asunto a largo plazo es que hay que integrar un poco más las áreas de las disciplinas sociales con las áreas de las disciplinas científicas. Tenemos que empezar a crear espacios para dialogar sobre los efectos de la ciencia y la tecnología en nuestras vidas. Tenemos que mirar otras desigualdades que hay en la ciencia. Colombia es un país multicultural y multiétnico y empezamos a mirar qué relación tiene la ciencia con esos asuntos. Tendríamos que empezar a hacer esos puentes entre las formas de conocimiento de indígenas, de afro descendientes y de los científicos. Tender puentes para una ciencia que realmente nos lleve a trascender estas miradas utilitaristas de los sistemas de dominio de la naturaleza”.

Mira la sesión en: https://www.youtube.com/watch?v=B0kALnFFNUQ&t=2s

(FIN/FCV)

21 de junio de 2021