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Además de los espacios públicos, la accesibilidad debe garantizarse en las viviendas. Foto: Colombia Accesible / Foto tomada de bit.ly/3AQXvWQ

 

Para analistas hace falta ampliar el espectro acerca del concepto y en relación con las viviendas incrementar su dimensión. La tarea, exponen, es generar consciencia no solo en diseñadores y arquitectos, sino también en los potenciales residentes de las edificaciones acerca de las condiciones adecuadas para habitar.

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De acuerdo con Jorge Fernando Torres Holguín, profesor de la Facultad de Arquitectura de la UNAL Medellín, la accesibilidad se debe entender como el derecho pleno al entorno físico sin importar la condición de las personas, dado que la ciudad “funciona como una máquina que se debe saber y poder operar, hecho que solo se garantiza desde el diseño”.

En ese sentido, afirma: “lo primero que se debe tener en cuenta es el nivel de población que enfrenta dificultades al enfrentar el entorno, y que en algún momento dado, cualquier persona las puede presentar”.

Pese a la importancia de garantizar condiciones óptimas para el acceso a los espacios por parte de cualquier tipo de persona, José Luis Orostegui Armenta, profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad La Gran Colombia (en Armenia), dice que el problema es “que nos volvimos tan comerciales que empezó a primar el interés económico sobre el confort”.

Hace falta control más riguroso

La vivienda es una de las distintas dimensiones que se estudian como parte de la accesibilidad. El profesor Torres Holguín explica que, para que un territorio se desarrolle debe haber terrenos disponibles, pero el caso de Medellín es particular, porque es una de las ciudades con menos área para llevar a cabo construcciones nuevas, donde casi la mitad de sus tierras son de antigua inundación o blandas. El resto, afirma, corresponden a laderas.

Uno de los aspectos que, según el docente, limita la ejecución de planes asertivos de vivienda, por lo que es común levantar edificios donde antes había casas u otro tipo de infraestructura, “destruyendo, además, posibles íconos de su historia”. El otro hace que se “encarezca el proceso de levantar cimientos en algunos sitios”.

Sin embargo, y a pesar de los obstáculos que se puedan presentar, hay instrumentos establecidos que pueden solventar condiciones básicas. Considera que la normatividad existente para hacer viviendas accesibles es pertinente y con ella basta. Añade que la dificultad es que hace falta control y revisión temprana. En este punto las curadurías tienen un rol fundamental, “y aunque tienen de dónde agarrarse, es posible que no se les esté exigiendo lo suficiente en evaluación y control”.

En edificios de viviendas hay que diferenciar tres asuntos. El primero es cómo se inserta en el espacio público, que debe integrarse con normatividad de accesibilidad, y el segundo son las zonas comunales que no deben quedar al albedrío del diseñador sino ajustarse a lineamientos específicos.

El último componente son las viviendas mismas, acerca de las cuales hay normativa específica, como la de sismorresistencia del 2010 que ha sido ratificada en varias ocasiones, e implica el cumplimiento de requerimientos que contribuyen a hacer uso de los espacios de manera óptima. No obstante, “no es recusable, no se revisa periódicamente, entonces no se hace o se pierde accesibilidad”, dice. “Se evidencian detalles como que la regla del American Disability Asociation: llegar, ingresar y egresar con accesibilidad y seguridad no se materialice adecuadamente”, ejemplifica.

Teniendo en cuenta lo que plantea, enfatiza en que, además de que basta con los lineamientos existentes, las escuelas de arquitectura han comenzado a preocuparse por formar a los profesionales en esas dimensiones. Adicionalmente, hay fundaciones y ONG’s que realizan labores de promoción y concientización social para informar a la gente sus derechos, “lo cual es muy importante”, dado que en la actualidad los planes de desarrollo de viviendas o infraestructura deben, incluso, consultar a la comunidad previo al desarrollo de la construcción con “un consecuente saldo social de concientización y empoderamiento”.

Falsa idea de accesibilidad

Para Orostegui Armenta, la normatividad es aplicada con más rigor en edificios de uso público, y eso, considera, tiene que ver con la percepción del concepto de accesibilidad que, por lo general, se cree que debe ser empleado solo en función de población que use silla de ruedas, pero se pregunta: “¿qué pasa entonces cuando (quien se debe desplazar es) un deportista con muletas o una señora embarazada o que cargue al bebé en una carriola?”. Agrega: “Ellos no están enfermos, no tienen ninguna limitación física, pero el espacio no está pensado para ese tipo de situaciones”.

El profesor de la Universidad La Gran Colombia expresa que hay quienes cuestionan si, entonces, “¿por una sola persona hay que hacer que el edificio cambie?”. “Sí, realmente. Tenemos que pensar que, si una puede llegar a necesitarlo, el espacio se debe acondicionar o readaptar”, responde.

Para el levantamiento de viviendas hay estándares generales de licenciamiento y la consideración de accesibilidad universal no se da. Es contradictorio, expresa, que todavía se avalan edificios de cinco pisos sin ascensores, porque se supone que la ley lo permite, pero plantea que es preciso ir más allá y estudiar cómo es la movilidad.

Asegura: “No se puede asumir que solo va a vivir gente joven deportista que tiene la oportunidad de subir y bajar escaleras como si nada, pero tampoco que la nevera del quinto piso va a ser más pequeña, entonces se ven trasteos por las ventanas. Falta más conciencia y volver a la espacialidad de lo que en realidad necesitamos”.

Además de los espacios comunes y externos de los edificios, a Luis Albeiro Muñoz Suescún, profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Pontificia Bolivariana, le parece fundamental pensar en el interior de las viviendas: “hay propuestas habitacionales de dos niveles sin alcobas en el primer piso. Y surge la inquietud de si hay una persona enferma, o que no pueda subir escalas, dónde va a tener su habitación. Son pequeñas cosas que dependen tanto del diseño como de la cultura misma de la gente que, con el tiempo, ha venido pidiendo soluciones de habitabilidad sin tener en cuenta que hay personas, dentro de sus propias familias, con movilidad reducida”.

Concientizar a constructores

El profesor Torres Holguín argumenta que, si se creara, por ejemplo, un premio anual al mejor diseño accesible en Colombia, “en muy poco tiempo tendríamos varios edificios compitiendo por dicha causa y muchos diseñadores y constructores posicionando el tema, pero para eso ocurra se requiere que arquitectos e ingenieros encuentren ganancia como en otras aplicaciones a nivel de certificación”.

En la medida en que las personas tengan dificultades, deben crear soluciones a su manera y sin asesoría. En el caso de aquellos con movilidad reducida, si no cuentan en su entorno con condiciones de accesibilidad, se generan fenómenos de dependencia o de pérdida constante de movilidad, contacto e incluso oportunidades laborales y de formación que para otros serían naturalmente asequibles, según el docente.

La Fundación Saldarriaga Concha reseña en su sitio web algunas estadísticas, a 2018, que ilustran la situación. Refiere que según “el Registro de Localización y Caracterización de Personas con Discapacidad, los lugares donde encuentran barreras para su movilidad y actividades diarias son calles (45%), vehículos públicos (34%), andenes (29%), parques (25%), paraderos de buses (22%), centros comerciales (19%), centros de salud (17%), lugar de trabajo (17%) y centros educativos (14%)”.

Con respecto a la formación de nuevos profesionales, el docente Orostegui Armenta expone que es fundamental enseñarles a “cambiar el chip''. Ser humanistas, incluyentes, hacerlos conscientes de que en sus manos está un futuro por cambiar”.

Asimismo, expone que se debe transformar la forma de pensar, de creer que las cosas se hacen así porque ha sido la manera tradicional de llevarlas a cabo y cambiarla por aprender de los errores y de las situaciones que se han vivido: “¿Para que nos ha servido más de año y medio de encierro si seguimos haciendo espacios reducidos, creyendo que no se necesita de patios interiores o que los balcones son elemento de decoración? La humanidad se debe cuestionar no solo en términos de salud física sino mental”.

A modo de recomendación Muñoz Suescún expone que, por convencionalismo se realizan diseños que no atienden a necesidades particulares, pero que es algo que se debe hacer, ofrecer varias tipologías de vivienda, y que por lo menos una esté pensada para personas con movilidad reducida.

Concluye: “nos falta pensar, porque todo se lo dejamos al Estado y a la norma, en la manera en cómo constructores o propietarios de viviendas podemos facilitar la accesibilidad”.

(FIN/KGG)

27 de septiembre de 2021