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El deslizamiento obstaculizó ambas calzadas de la vía. Foto: tomada de bit.ly/3FQ7pei

 

Luego de que un muro de contención colapsara se registró un deslizamiento el lunes 11 de octubre cerca del municipio de Copacabana, en la vía que de Medellín conduce a la Costa Atlántica, que tapó ambas calzadas. Analistas y expertos reflexionan en torno al caso y explican los movimientos de masa y las implicaciones que estas tienen.

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En la ocurrencia de movimientos en masa hay distintas variables que pueden intervenir, según Edier Aristizábal, profesor del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín, quien explica que las causas pueden ser condicionantes, es decir, aquellas que hacen susceptibles a los terrenos como lo pueden ser las pendientes o los materiales de los que esté compuesto.

En los ambientes tropicales, por ejemplo, hay suelos residuales: “materiales blandos que están sobre la superficie terrestre que son el resultado de los procesos de meteorización de la roca, la cual se va transformando, por eso es más factible que fallen o se deslicen”, explica. Otras variables condicionantes son el uso que se le dé a los terrenos desde las intervenciones antrópicas, “porque una cosa es que haya vegetación (que contribuye a que no se deslice) o lo que pasó en este caso, que se le hace un corte para construir una vía, y eso genera cambios al variar la geometría de la ladera”, añade.

Hay otras variables a las que, menciona el profesor, se les denomina factor detonante, que en el contexto colombiano son, fundamentalmente, los sismos y la lluvia. Es importante, explica, garantizar un buen drenaje: “Si se infiltran, hacen que el suelo pese más y tenga menos resistencia”. Ha sido precisamente la lluvia lo que impidió la remoción de la tierra, que se esperó fuera de aproximadamente 10000m³ en una semana.

Tras la ocurrencia del movimiento en masa y de que las autoridades en mitigación de riesgo de desastres realicen las inspecciones respectivas, añade, una comisión técnica debe evaluar las condiciones de estabilidad del terreno, luego se inicia un estudio geológico en el mediano y largo plazo del talud que indica cuáles deben ser las medidas de mitigación requeridas.

Importancia de los estudios

En Colombia, según el profesor Aristizábal, más del 70% de la población está asentada en zonas montañosas, y en los Andes los movimientos en masa son parte de la naturaleza, “son procesos que modelan la tierra y han ocurrido en la historia geológica del planeta”.

El problema, asegura él, es el uso que se hace de los territorios. En ese sentido llama la atención acerca de apropiar la información relacionada con que “si vivimos en zonas de montaña es común que se den. Por eso es que son tan importantes los estudios de amenaza”, agrega. Los análisis son precisamente lo que viene para el caso del deslizamiento en la vía de Copacabana.

Así lo anunció el secretario de Desarrollo Territorial Sostenible y Regenerativo de Antioquia, Juan Pablo López, quien le dijo recientemente a El Colombiano que a pesar de que la calzada es monitoreada constantemente por la concesión Hatovial, no había alertas previas dado que no existían reportes de inestabilidad estructural.

“La vía tiene monitoreo permanente en sus sitios críticos. Sin embargo, este punto no estaba identificado como uno de ellos. El derrumbe nos tomó por sorpresa y por eso tenemos que investigar lo sucedido, las causas y cuál sería la solución definitiva” expresó.

En general los profesionales que intervienen la superficie de los terrenos como los geólogos, arquitectos e ingenieros civiles o de minas son conscientes de la importancia del conocimiento amplio del área en la que se trabaja “para ver a qué nos estamos exponiendo”, según María Jacqueline Espinosa Rodríguez, directora del programa de Ingeniería Geológica de la Universidad EIA. No obstante, para ella es claro que hay cierta responsabilidad combinada en la medida en la que “se altera un equilibrio” y en que son fenómenos naturales.

Como efectos colaterales, el deslizamiento en Copacabana generó congestión que, según registró el diario regional, abarcó más de ocho kilómetros, pero las consecuencias que pueden generar eventos de este tipo, de acuerdo con la docente, es que, cuando se juntan los pequeños deslizamientos que ocurren y se analizan en inventarios, se nota que juntos comprometen más cantidad de material y tienen implicaciones económicas mayores que un movimiento en masa de grandes volúmenes.

Prevención del riesgo

Según la profesora Espinosa Rodríguez, hay una percepción errada: tener la convicción de que la gestión de riesgos y de desastres, independiente del evento, es responsabilidad del Estado. “Parte de lo que se debe hacer es cambiar ese chip, porque es algo que nos compromete a todos como individuos de una sociedad”, dice. De ahí que destaca la importancia de conocer el territorio que se habita y de no adoptar una posición pasiva.

Ejemplifica con el caso de una avenida torrencial que sucedió hace unos dos años en Puerto Venus, corregimiento de Nariño (Antioquia). Dice, hubo daños materiales pero no víctimas mortales. “Alguien detectó algo raro en el río e inmediatamente por el celular avisó a los vecinos y evacuaron. Eso fue lo que garantizó que la gente estuviera a salvo. Hay un empoderamiento de la comunidad”, destaca. Ese, menciona, debe ser el principal aprendizaje, así como aprehender el hecho de que estos eventos “son parte de la naturaleza”.

(FIN/KGG)

19 de octubre de 2021