Escudo de la República de Colombia
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Con la misma firmeza con la que defendió a los consumidores de Medellín y Antioquia por más de cuatro décadas, en septiembre pasado, don Anselmiro Bañol subió al escenario del auditorio Gerardo Molina. En esta oportunidad, lo hacía en nombre su hijo Luis Fernando, a quien le celebrábamos 20 años de servicio a la U.N. Medellín, por eso, su expresión era más amable que de costumbre, porque reflejaba el orgullo de saber que hizo bien su tarea de padre, como la de líder social.

Su nombre, junto con otros ilustres como los de Carlos Gaviria, Jesús María Valle, Leonardo Betancur y Ramón Emilio Arcila, obliga la gratitud de la memoria por sus aportes a las luchas sociales y en defensa de las clases menos favorecidas. Siempre levantó la voz para defender a los inquilinos, a los usuarios de servicios públicos, a los consumidores, pero nunca faltó al respeto ni amenazó, ni gritó, ni injurió. Ni siquiera cuando vio caer asesinados a sus amigos, a su hermano y a su sobrino.

Además de su reconocida labor social en Medellín, en su Riosucio natal, era uno de los más entusiastas colaboradores del famoso Carnaval del Diablo. Allá, como acá, lamentamos la muerte que le sorprendió al comienzo de la semana, cuando no pudo torear más una afección renal. A doña Miriam, su esposa, a sus hijos, a los consumidores que están también un poco huérfanos, nuestra voz solidaria con la certeza de que su obra le sobrevive y su nombre siempre evocará la pasión por el servicio.

8 de abril de 2019