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El campus verde de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín es considerado un segundo jardín botánico y uno de los más importantes pulmones de la ciudad. Ardillas, zarigüeyas, iguanas y una gran variedad de aves entre muchas otras especies de fauna han hecho de la Institución su hogar por una única razón: el espacio les provee todo lo que necesitan para vivir, así que proporcionarles alimentos de manera antrópica es innecesario.

Alimentar a la fauna, incluso, puede implicar problemas para su supervivencia debido a la alteración de su dieta y, eventualmente, también representa problemas para la salud humana.

En un comunicado emitido por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá se advierte que “no es recomendable alimentar un animal silvestre nativo, exótico o feral ya que este comenzará a acostumbrarse a tener comida fácil, perdiendo su capacidad de buscar su propio sustento o de cazar, se pueden generar tensiones entre los animales al competir por la comida llegando a pelearse, hiriéndose e incluso matándose entre sí sin necesidad, y permanecer más en las zonas pobladas con las implicaciones que esto conlleva”.

El término feral, explica Laura Giraldo Santacoloma, profesional especializada de la Oficina de Gestión Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, se aplica para designar animales que no han sido domesticados o han pasado del estado doméstico al salvaje.

La Institución ha venido siendo habitada por animales domésticos como palomas, perros y gatos, los cuales no deben ser alimentados, ya que, según el comunicado del Área Metropolitana, alimentar a estos animales puede convertirlos en “especies conflicto y a su vez incrementar el riesgo de un crecimiento desmedido de las poblaciones y aglomeraciones en las zonas urbanas”.

Los gatos que se encuentran en la Universidad son en su mayoría animales ferales; al respecto el profesor Gastón Zamora Abrego del Departamento de Ciencias Forestales de la Facultad de Ciencias Agrarias, explica que “el hecho de que un animal (feral en este caso) disponga de comida, no necesariamente implica que esté bien cuidado” o en condiciones óptimas para garantizar su calidad de vida.

“Ellos necesitan vacunas y otro tipo de cuidados para garantizar su salud y la del ser humano”, añade Giraldo Santacoloma. En efecto, enfermedades como la toxoplasmosis, la rabia y la sarna en el caso de los gatos, y la histoplasmosis en las palomas, son susceptibles de contagiarse a los seres humanos.

La toxoplasmosis y la histoplasmosis pueden contagiarse al ser humano mediante el contacto con las heces de los animales. “Cuando la excreta se seca el hongo se encapsula y se disemina en el aire, así que es muy fácil aspirarlo y que el hongo, que es asintomático, incube el organismo” aclara el profesor, Zamora.

Además, resalta Giraldo Santacoloma, “los recipientes de agua representan un foco para la proliferación de vectores de dengue, zika y chikungunya”.

De ahí que el Área Metropolitana de Valle de Aburrá como autoridad ambiental urbana, exhorta a la comunidad universitaria a reducir y evitar “actividades relacionadas con la alimentación y mala disposición de residuos sólidos, en aras de prevenir un desbalance en la dinámica poblacional y la aparición de microorganismos patógenos, artrópodos o roedores”.

“En términos prácticos no debería alimentarse a ningún tipo de fauna, los animales son autosuficientes y ellos son capaces de proveerse con lo que el campus les ofrece”, concluye el profesor Gastón Zamora.


9 de septiembre de 2019