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Como todos los niños, Santiago no tiene que ir a la escuela los fines de semana, sin embargo, le reclama a su papá porque él quiere ir. Le gusta ese lugar porque allí puede actuar con libertad, además, “la escuela es como estar en casa”, les ha dicho a sus padres. Tiene cinco años y está en Jardín, es uno de los 116 estudiantes de la Escuela UNAL, un proyecto educativo que en 2019 celebra 40 años de educar para el ser y para la vida.

En el modelo pedagógico de la Escuela, los niños son los protagonistas y aprenden desde la experiencia y desde dinámicas vivenciales; el docente es un acompañante de ese proceso. “Ese modelo, en el que prima la presencia del estudiante como un sujeto activo generador de conocimiento, se ha venido reconstruyendo y repensando a partir de las dinámicas sociales y desde la experiencia y el quehacer educativo”, explica Soreyi María Barrero Castañeda, directora.

La Escuela nació en 1979 por convención colectiva entre la Universidad Nacional y el Sindicato de Trabajadores (SINTRAUNAL), en las sedes Medellín, Palmira y Bogotá. El modelo inicial de operación fue una réplica de los hogares Infantiles del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

“Hoy nuestra escuela cuenta con los niveles de Prejardín (3 a 4 años) Jardín (4 a 5 años). Transición (6 años) y Básica Primaria que atiende los grados de 1° a 5°”, precisa la Directora.


Los egresados la recuerdan como un lugar feliz

Joaquín Eloy Uribe Ceballos es empleado de la Universidad, su papá, José de Jesús Uribe Castañeda, también lo fue; así que Joaquín y sus cinco hermanos tuvieron, para él, una de las más bonitas oportunidades de la vida durante su infancia: “disfrutar de la Universidad casi desde que nacimos”. Los seis hijos de la familia (cuatro hombres y dos mujeres) estudiaron en la Escuela UNAL.

“Para nosotros” (habla también por sus hermanos porque sabe que el sentimiento es el mismo), “fue una experiencia maravillosa, era como tener en la Universidad una familia extendida”. Añade que como en la Escuela los grupos son tan pequeños la educación es muy personalizada. “En ese lugar te forman para la vida desde el primer día hasta el último, por eso le queda grabada a uno en el corazón”, afirma.

Los recuerdos más valiosos de Joaquín son las salidas pedagógicas y la relación con los profesores porque los sentía “como otros papás, siempre un apoyo y una guía”, algo que para él hoy cobra más vigencia que nunca porque su hija, María Ángel, que estudia en la Escuela le expresa lo mismo y le dice que quisiera que sus años en ese lugar se extendieran hasta el bachillerato y luego, hacer su carrera profesional en la Universidad Nacional de Colombia.

La Escuela UNAL ofrece el ciclo hasta la básica primaria, no obstante, para sus estudiantes, egresados, profesores y padres de familia, el sueño es que algún día también ofrezca estudios de bachillerato.

Luz Elena Ortega Restrepo es licenciada en básica primaria y egresada de la Escuela donde también tuvo ocasión de ser profesora. Siente ese lugar como un “rincón caluroso de gente amable y comprometida con una educación que apunta a la formación integral”, que le legó valores como la libertad y la autonomía en sus acciones.


Los hijos en las mejores manos

La pedagogía de la Escuela está inclinada a lo social desde el arte, piensa en el niño como un sujeto de derechos que precisa mucha atención, pero no descuida al maestro, quien oficia como un acompañante de su proceso. “Se educa desde la libertad de acciones y pensamientos, pero siempre ligadas a las responsabilidades que conllevan”, dice Soreyi Barrero, eso, para los padres representa un parte de tranquilidad.

En efecto, Luis Fernando Sánchez, el papá de Santiago, sabe que el de la Escuela UNAL es el entorno más propicio para su hijo. Que su niño quiera estar siempre en ese lugar, para él lo dice todo.

“Arrancamos en ese proceso hace dos años y ha sido una experiencia muy bonita y de cambios visibles en su desarrollo cognitivo, motriz y psicosocial; él siente que allí tiene otra familia y se ha acoplado a la dinámica de la Escuela, uno lo ve feliz y orgulloso de pertenecer a ella, le habla a la gente de la Universidad porque se siente parte de ella. Para uno como padre ver ese proceso es muy satisfactorio”, comenta.

Luis Fernando agradece el compromiso de la Universidad con la Escuela pues considera que este proyecto es el reconocimiento de que la primera infancia es el punto de partida para un desarrollo de país.


El futuro

Cumplir 40 años es una ocasión para festejar, pero también para repensar el proyecto. Para el profesor Sergio Restrepo Moreno, director de Bienestar Universitario de la UNAL Medellín, dependencia a la que está adscrita la Escuela, el propósito hacia adelante debe ser seguir innovando en cuanto al modelo pedagógico.

“El proyecto realmente distinto está por ser fundado, acá y en todas las escuelas del país y migrar de ese modelo convencional que hace pensar que lo fundamental son ciertas áreas y en ellas lo operativo para trascender a la esfera de entender qué subyace en las disciplinas”, señala el académico.

Y añade que el futuro debe proyectarse desde entender que las disciplinas son ámbitos del conocimiento que tienen que ser llevados a una conversación plural en la que todas aportan, y desde explorar y explotar el panorama de las inteligencias diversas propiciando espacios donde los niños puedan ser y hacer. “Todo eso camina a cumplir la tarea de formar integralmente ciudadanos para un siglo distinto”, concluye.


30 de septiembre de 2019