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“Mi mayor satisfacción es ver tantos chicos que gracias a estos apoyos y al trabajo en equipo de toda un área logran mantenerse en su propósito académico y de vida”, Verónica Prada. Cortesía Bienestar Universitario


Recibir un bono alimenticio, vivir en uno de los alojamientos dispuestos por la Sede o tener una beca que garantice el pago de matrícula, son algunos de los beneficios que otorga la Sección de Gestión y Fomento Socioeconómico de Bienestar Universitario para alrededor de 4.500 estudiantes en condición de vulnerabilidad.

Durante la pandemia, la Sección tuvo que cambiar sus metodologías y adaptarse a las nuevas necesidades de los estudiantes. Hasta la fecha ha entregado alrededor de 324 millones de pesos, provenientes de diferentes fuentes de financiación, distribuidos en apoyos alimentarios, de alojamiento, manutención, transporte a sus regiones de origen y certificados de matrícula.

Desde la virtualidad y con un equipo de trabajo sensible y diligente, la Sección de Gestión y Fomento Socioeconómico sigue buscando estrategias para garantizar un desarrollo personal y profesional óptimo en los estudiantes.

“Al principio los contras nos pesaron muchísimo, nosotros nos hemos caracterizado por prestar un servicio cara a cara, por buscar esa conexión humana en la atención al usuario. No es igual atender un caso de vulnerabilidad de un chico que puedes ver en carne y hueso, ver sus emociones cuando presenta la solicitud a tener que llevar este proceso a un plano virtual”, asegura Yuri Gómez, jefa de la Sección de Gestión y Fomento Socioeconómico.

En condiciones de funcionamiento normal, la Sección cuenta con un instrumento de valoración socioeconómica que califica las solicitudes de los estudiantes para acceder a los programas de alojamiento y alimentación, sin embargo, por la coyuntura actual, el Consejo de Bienestar Universitario suspendió los acuerdos por los que se reglamentan estos beneficios, y así cambió la forma en la que se les hace entrega.

Tener un alojamiento, se refleja en el rendimiento

Ser un estudiante foráneo que ingresa a la UNAL Medellín a realizar su pregrado es el comienzo de una nueva vida. Sin embargo, si no se cuenta con los recursos que garanticen su permanencia en la ciudad, este sueño puede verse interrumpido.

Por esta razón, el programa de gestión para el alojamiento estudiantil abre las puertas de siete casas universitarias para albergar a 100 estudiantes, principalmente provenientes de otros municipios o departamentos del país.

Estas residencias, ubicadas a no más de 5km de la Universidad, garantizan acceso a servicios públicos e internet, además de estar completamente dotadas con elementos de hogar necesarios para la permanencia en casa.

Juan Camilo Hoyos, estudiante de sexto semestre de Ingeniería de Sistemas, y oriundo de Pitalito (Huila), es uno de los beneficiarios y asegura que: “desde el primer semestre estoy en el programa, ha sido una experiencia enriquecedora que ha contribuido a mi proceso formativo de gran manera, ya que cuento con un lugar donde puedo sentirme en casa, compartiendo el espacio con personas de otras culturas, conociendo su forma de pensar y de cocinar”.

Por la cuarentena las dinámicas en las residencias también han cambiado, al inicio se promovió el desplazamiento de estudiantes a sus regiones de origen. Sin embargo, se autorizó la permanencia de quienes por razones particulares no podían volver, desarrollando un protocolo para prevenir la propagación del virus dentro de los alojamientos, con acciones como reubicar estudiantes, el distanciamiento social, garantizar un metraje por habitación, horario de uso en las zonas comunes y entrega de productos de aseo.

“Para los nuevos cupos de este programa se tienen en cuenta variables como la salida de estudiantes que ya son beneficiarios por razones como incumplimiento del manual de convivencia, terminación el periodo en el que pueden ser beneficiarios, no realización de las horas de corresponsabilidad o porque terminaron exitosamente el proceso formativo en la Universidad”, asegura Santiago Escobar Hoyos, funcionario encargado de la gestión para el alojamiento.

Con una buena alimentación, se garantiza la educación

De lunes a viernes, Juan Pablo Toro, estudiante de Ingeniería Química recibía su almuerzo en la Cafetería Central del Campus El Volador, asegura que era el espacio ideal para compartir con sus compañeros y recargar energía para el resto de la jornada. “Vivo en Copacabana y debido a mis horarios permanecía mucho tiempo en la Universidad, este apoyo ha sido vital y se refleja en mi buen desempeño académico”.

El programa de gestión alimentaria atiende en condiciones de funcionamiento normal a alrededor de 1.200 estudiantes, cuenta con profesionales que monitorean la cantidad, la calidad y variedad de alimentos que reciben. Tiene una duración de 12 semestres de permanencia si se cumplen con los requisitos: ser estudiante de pregrado, no recibir apoyos económicos por más de un salario mínimo y firmar y cumplir con un compromiso ético.

“Se realiza una convocatoria semestralmente, y una vez aplicados los filtros del sistema, se les asigna un servicio y una cafetería para reclamar, bien sea desayuno, almuerzo o cena; recibiendo este apoyo todos los días hábiles del periodo académico. Por la pandemia el programa se volcó a los bonos, mercados y a la espera de las directrices de la Dirección Nacional para ver cómo se procederá para este nuevo periodo académico”, comenta Verónica Prada Araque, funcionaria encargada del programa.

Alianzas estratégicas para construir futuro

El programa de alianzas estratégicas gestiona los convenios que tiene la UNAL Medellín con entidades públicas y privadas, personas naturales o jurídicas, nacionales o extranjeras, que contribuyen de manera económica con la permanencia de los estudiantes.

Icetex, Sapiencia, Corpoeducación, Fraternidad Medellín y Jóvenes en Acción, son algunas de las entidades que apoyan a 5.300 estudiantes de la Sede que reciben créditos financiables o fondos condonables para el pago de matrícula y sostenimiento.

“Por ahora se está gestionando que las horas de correspondencia que deben pagar los beneficiarios de estas alianzas puedan ser en trabajo virtual, sin embargo, hasta que no se vuelva a la presencialidad no se podrán validar las firmas y formatos”, asegura Diana María Arboleda, funcionaria de la Sección.

“Los programas no son mutuamente excluyentes y algunos estudiantes reciben diferentes ayudas, todo depende de la condición socioeconómica y del PBM (Puntaje Básico de Matrícula) pues los estratos 0, 1, 2 y 3 componen casi que el 85% de nuestra población estudiantil. Por el gran número de solicitudes nuestros programas trabajan a déficit, sin embargo, estamos tratando de aumentar los presupuestos para esta Sección desde un plan piloto de la Dirección Nacional en Bogotá”, concluye Sergio Andrés Restrepo, director de Bienestar Universitario de la Sede.


10 de agosto de 2020