En la Sede se efectuaron medidas de austeridad en el gasto que permitieron superar el faltante financiero (diferente a déficit fiscal) con el que inició el año anterior, cuando, además, la pandemia por covid-19 marcó nuevas dificultades que se pudieron sortear. De la estrategia queda el aprendizaje de priorizar lo fundamental sin afectar las actividades de funcionamiento, lo mismo que se espera aplicar durante el 2021.
El presupuesto del funcionamiento la Sede para la vigencia 2020, sin contar rubros de gastos de nómina, fue de aproximadamente 20.000 millones de pesos, de los cuales se ejecutaron 14.600, según Johan Zuluaga Franco, director financiero y administrativo de la UNAL Medellín, quien explicó que durante ese periodo se registró un faltante de recursos para funcionamiento por 8.275.000.000, pero a partir de abril se logró reducir al punto de terminar el año con recursos que financiaron todas las necesidades, por lo que se redujo el riesgo de déficit fiscal.
Para lograr el cierre del 2020 de manera sostenible se implementaron acciones de ahorro en el gasto sin afectar actividades misionales, estratégicas y de apoyo como el sistema de Bienestar Universitario y el mantenimiento de los campus de la Sede.
Asimismo, con la contracción del gasto generó ahorros en conceptos como servicios públicos de los que se economizaron 980 millones de pesos que equivalen aproximadamente al 30% del pago anual habitual, y en viáticos, 350’000.000, una reducción de un 85%, de acuerdo con Zuluaga Franco, quien destaca que se logró mantener la contratación del personal de apoyo, cubrir los servicios de vigilancia, aseo y mantenimiento. Todas estas estrategias se desarrollaron sin poner en riesgo operacional a la Institución.
Las tácticas ejecutadas contaron con el apoyo de la Vicerrectoría de la UNAL Medellín, el respaldo de los directores de las diferentes dependencias y del personal de la Dirección Financiera y Administrativa que debió pensar en otras formas de adelantar los procesos, dadas las condiciones que impuso la pandemia, pues el reto fue “la priorización de los gastos permitiendo sostener lo fundamental, pero a la vez aportar a la sostenibilidad financiera de la Sede”, asegura el funcionario.
En ese sentido, comenta que el 2020 dejó experiencias y beneficios, entre ellos capitalizar aprendizajes como el uso de herramientas tecnológicas y reducir el consumo desmedido de otros elementos no primordiales.
Asignación de recursos
Los de la UNAL están incluidos entre un presupuesto asignado al Ministerio de Educación Nacional, el cual crece anualmente acorde al incremento del Índice de precio al consumidor (IPC). El rubro correspondiente a la Universidad lo entrega la Nación en dos asignaciones.
Con una se destinan los recursos de funcionamiento, que son los requeridos para que la Institución pueda operar, los cuales alcanzan a cubrir parte de la nómina. Específicamente en la Sede Medellín esta cifra ascendió a 150.000 millones en 2020. La otra asignación corresponde al dinero que se utiliza para financiar los planes de acción y de desarrollo.
Los demás gastos de funcionamiento como servicios públicos, vigilancia, aseo, compra de papelería, gasolina para los vehículos, y bienes y servicios necesarios para el normal funcionamiento de la Universidad se financian con recursos propios de las sedes como matrículas de pregrado, posgrado y otros ingresos conexos, por ejemplo, la devolución del Impuesto al Valor Agregado (IVA).
Para Adriana Valencia Sierra, jefe de la División Financiera de la UNAL Medellín, es importante aclarar que “el presupuesto de funcionamiento no alcanza a cubrir la totalidad de las necesidades de operación de la Sede, por lo cual las facultades destinan recursos propios para subsanar estos faltantes que se financian, en su mayor proporción, con los excedentes de actividades de extensión y posgrados”.
Pese a las dificultades presupuestales que ha tenido la UNAL en los últimos años, ha logrado mantener una situación financiera saludable que se puede evidenciar en que cada año fiscal se logra la financiación del presupuesto de gastos sin incurrir en déficit fiscal como sucede en otras entidades del Estado.
“El problema a subsanar es la brecha entre el crecimiento del presupuesto necesario para la Universidad y los aportes de la Nación que conllevan a generar un faltante presupuestal, generando rezagos en el crecimiento del personal de planta requerido, mantenimiento de la infraestructura física y la renovación tecnológica, situación de la cual la Sede Medellín no es ajena”, asegura Zuluaga Franco.
¿Cómo se proyecta el 2021?
Este año se está planeando de manera meticulosa la asignación de recursos de funcionamiento de la Sede, dado que actualmente hay faltante presupuestal como se dio durante el primer semestre de 2020, según el Director Financiero y Administrativo de la UNAL Medellín.
Asegura que lo primero que se debe hacer “es conocer las condiciones que tendremos de presencia en la Sede, demanda de uso de espacios, equipos y vehículos, entre otros. Bajo esa situación hemos trabajado en dos escenarios: un semestre totalmente virtual y otro que la combine con presencialidad”.
Una vez el Consejo Superior Universitario apruebe los estados financieros del 2020 de la UNAL, se realizará la liquidación de los recursos del balance, con los cuales se espera adicionar el presupuesto de funcionamiento que permita reducir el faltante estimado de la Sede para la vigencia 2021.
Otra de las estrategias cuyo fin es reducir gastos de funcionamiento es suscribir contratos de negociación global para toda la Universidad en servicios transversales como vigilancia, aseo, energía y suministros de papelería y cafetería. En este proceso, en estado precontractual, la Sede participa de forma activa desde la División de Contratación y Gestión de Bienes.
8 de febrero de 2021