En América Latina está en aumento el número de casos de enfermedades transmitidas por vectores. El año anterior se dio el mayor número de brotes de dengue desde 1980, con más de 13 millones de casos. Las enfermedades tropicales son un reto constante en materia de diagnóstico, prevención y atención, por lo que la inversión de recursos en investigación, tratamiento y control es clave, de acuerdo con académicos.

Según la Secretaría de Salud de Antioquia, en lo que va corrido del año hasta el 10 de mayo, se reportaron 4.392 casos de dengue, lo que excede en un 15% el número reportado durante el mismo periodo del año anterior (3.452 casos), aumento que, de acuerdo con la entidad, tiene que ver con múltiples factores, entre ellos la temporada de lluvias que ocasiona nuevos criaderos de mosquitos. Por su parte, en varios departamentos del sur del país, principalmente en Tolima, desde el mes anterior se presentó un brote de fiebre amarilla con cerca de 80 casos y una mortalidad del 40%, lo cual llevó al Gobierno colombiano a declarar la emergencia sanitaria en el mes de abril. El aumento de la ocurrencia de esta enfermedad no se registraba desde la década del 60.
Este es un panorama de la exposición de Colombia a las enfermedades tropicales, un grupo de patologías causadas por agentes, como bacterias, virus o parásitos, que se transmiten a través de vectores biológicos como los artrópodos, entre ellos los mosquitos, triatominos y las garrapatas.
Las llamadas enfermedades tropicales prevalecen en entornos tropicales y subtropicales del mundo y, por lo general, se asocian con condiciones socioeconómicas como la pobreza, la falta de adecuados servicios públicos, los desplazamientos y el cambio en el comportamiento de los vectores, especialmente por cambio climático y las acciones humanas en el medioambiente. Estos hechos ocurren principalmente en África, Asia y Latinoamérica, de acuerdo con el organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) encargada de la gestión de políticas de salud a nivel internacional.
En el desarrollo de este tipo de afecciones también tienen que ver las condiciones cálidas y húmedas del planeta, las variables ecológicas y climáticas, como la humedad, según Laura Silvana Pérez Restrepo, coordinadora científica del Laboratorio Genómico One Health de la UNAL Medellín.
El dengue es una de las enfermedades tropicales y es considerada endémica, dado que se origina en condiciones que pueden ser propias. También, porque se mantiene en circulación constante. Es transmitido por el mosquito Aedes aegypti, mientras que otra de las afecciones, como la fiebre amarilla en su ciclo selvático que es transmitida por los mosquitos Sabethes y Haemagogus. De esta enfermedad, además de Tolima, hay brotes principalmente en Putumayo, Nariño, Caquetá, Huila, Vaupés, Cauca, Meta y Caldas, de acuerdo con el Ministerio de Salud y Protección Social.
Colombia, según la investigadora, cumple con las condiciones para que se dé una “mezcla perfecta” para la circulación de este tipo de enfermedades: “Tenemos diversidad climática y ecosistemas muy variados: zonas selváticas, de llanos, ríos. Hay dinámicas sociales como la de la migración y hay pobreza, minería, deforestación. Todos estos factores contribuyen”.
También, el calentamiento global, por el aumento de la temperatura, está llevando a que los “ciclos de los gérmenes dentro del mosquito (transmisor de dengue, zika, Chikungunya, malaria y otros) se acorten. Por otra parte, el mosquito va a encontrar climas que anteriormente eran muy fríos y va a llegar allá”, expone el investigador Iván Darío Vélez, docente jubilado de la Facultad Nacional de Medicina de la Universidad de Antioquia, fundador del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (Pecet) y miembro del comité de la Organización Panamericana de Salud (OPS) para la eliminación de enfermedades. El científico refiere que hay registros de 2015 que indican que el Aedes aegypti circula hasta en zonas de hasta 2.300 msnm, cuando su límite eran los 1.800 msnm, y esto como consecuencia del cambio climático.
Evolución de enfermedades tropicales
La prevalencia (porcentaje de una población que presenta una enfermedad) de las enfermedades tropicales tiene que ver con condiciones sociales o variables ambientales y ecosistémicas, pero también a condiciones de urbanización, planificación y baja inversión, según la investigadora Pérez Restrepo. En esa medida, el aumento o no de casos depende del contexto.
Por ejemplo, en el país ya casi no se habla de casos de la enfermedad de Chagas, cuyo mecanismo de transmisión es por un insecto hemíptero (chinche) de la subfamilia Triatominae (con alimentación hematófaga). Se trata, de acuerdo con la investigadora y coordinadora científica de One Health, de una enfermedad olvidada y de un vector asociado a la palma: “anteriormente, las casas en el país se construían con techos de hojas de palma, como la construcción ha evolucionado y ya no se usa ese material, se redujeron los casos, que están muy asociados a los comportamientos sociales, las condiciones socioambientales y el saneamiento”.
Con el tiempo puede desaparecer la prevalencia de ciertas enfermedades o generar brotes de otras, y esa identificación es precisamente uno de los focos de estudio del Laboratorio Genómico One Health: establecer la ocurrencia de afecciones emergentes o reemergentes. Por ejemplo, en 2021, investigadores encontraron en Leticia (Amazonas) los primeros casos del virus Mayaro, también transmitido por mosquitos y similar al Chikungunya, del cual se volvieron a registrar personas afectadas en 2024. Esta, dice Pérez Restrepo, es parte de las “enfermedades que no conocíamos y que están entrando al país con alta carga”.
Por su parte, el virus Oropuche es una infección febril identificada por primera vez en 1955 en Trinidad y Tobago, causada por un arbovirus del género Orthobunyavirus, de la familia Peribunyaviridae, según información de la OPS. Su circulación en el país, donde es nueva, la ha confirmado el Laboratorio Genómico One Health. La principal causa, dice la investigadora, es la migración.
Con respecto a enfermedades emergentes y reemergentes como la fiebre amarilla, hay aún muchas preguntas, como lo considera el investigador Vélez, pero la preocupación es el riesgo de que los vectores se urbanicen, es decir, que pasen de estar en la selva a llegar a las ciudades. Así sucedió, por ejemplo, con el zika, el Chikungunya y la fiebre amarilla; incluso con el coronavirus, que inicialmente estaba en un murciélago. “Es una realidad a la que estamos abocados”, dice.
¿Cuáles son los retos?
Para Pérez Restrepo, el manejo de las enfermedades tropicales en Colombia significa un gran reto en tanto, como mencionó anteriormente, hay alta carga de poblaciones vulnerables, sobre todo en la ruralidad, que son desatendidas por el sistema de salud. También, por temas económicos, hay dificultades en el diagnóstico y la vigilancia de estas enfermedades, lo que lleva a un subregistro de casos que dificulta la detección temprana”. Otro asunto que representa un desafío, añade, es el uso indiscriminado de insecticidas que genera resistencia en los vectores.
Tanto para ella como para el profesor Vélez, la investigación científica es fundamental para el diagnóstico oportuno y para el conocimiento del comportamiento de estas enfermedades, cuyos brotes son frecuentes; por ejemplo, el del dengue ocurre, en promedio, cada tres años, y fumigar, según el científico, no es un camino suficiente ni eficiente.
Lo que se necesita, dice él, es “un Gobierno nacional trabajando de la mano de los centros y grupos de investigación de las universidades. El Ministerio de Salud no tiene investigadores, ni tiene laboratorios”. En ese sentido, para Pérez Restrepo es primordial “que los diagnósticos no solo se hagan en las urbes, sino que se generen estrategias de empoderamiento y capacitación a los laboratorios de salud pública de los municipios para hacer pruebas y una vigilancia más amplia”.
A su modo de ver, el profesor Vélez es enfático en que “falta un manejo más racional, más inteligente, para afrontar retos como los del brote de fiebre amarilla. Hay que hacer una alianza de verdad, del Estado con investigadores, para responder las preguntas más relevantes que permitan determinar los riesgos epidemiológicos de infección y, con ello, diseñar medidas de prevención y control racionales, efectivos y económicos. Mientras tanto, no se haga esto, “están botando la platica”.
Los recursos son trascendentales para la investigación, prevención y control, incluso de las enfermedades tropicales desatendidas, denominadas así porque son pocos los recursos y la atención que se destinan para su prevención, atención o para generar herramientas diagnósticas, aun cuando de ellas pueden generarse brotes. Además, según la OMS, están asociadas a la exclusión y estigmatización. El organismo de la ONU, en un artículo publicado en su página web, hace un llamado para hacer “hincapié en los mayores esfuerzos e inversiones necesarias para revertir los retrasos y acelerar el progreso hacia las metas de la hoja de ruta para las enfermedades tropicales desatendidas de aquí a 2030”.
(FIN/KGG)
19 de mayo de 2025