Habitantes de este corregimiento de Vigía del Fuerte le apuestan a la asociatividad para la producción, transformación y comercialización de alimentos a base de borojó. El proceso ha sido acompañado por docentes, estudiantes y técnicos de la UNAL Sede Medellín, como parte de una iniciativa de Extensión Solidaria.
En la cocina no solo se preparan alimentos, también un futuro con mejores oportunidades. A fuego lento, habitantes de Buchadó han preparado un plan para fortalecer la seguridad alimentaria y su permanencia en el territorio, generando oportunidades comerciales a partir de transformaciones del borojó, como pulpa fresca, mermelada, licor y “café”, este último con las semillas de la fruta.
El proyecto agroindustrial usa como materia prima la fruta de un arbusto tropical cultivado a orillas del río Atrato y sus afluentes tributarios, reconocida por su valor nutricional, atribuyéndosele, incluso, efectos afrodisíacos. Su comercialización se hace a través de intermediarios con destino final en Medellín, Turbo y Quibdó. La iniciativa, desarrollada entre la Universidad y la comunidad, tiene un enfoque de “residuos cero” y busca lograr un impacto social, organizacional, ambiental y económico.
El inicio de Asoagribú
Buchadó es un territorio selvático cenagoso al que solo se accede por vías fluviales, con una economía sustentada en la agricultura, la pesca de subsistencia y la explotación forestal. Allí, algunos integrantes de la comunidad se interesaron en introducir el cultivo del café en su territorio e invitaron al docente Jhon Wilson Mejía Montoya, del Departamento de Ciencias Agronómicas de la Facultad de Ciencias Agrarias, quien no lo consideró favorable por la alta precipitación y las condiciones hídricas del suelo. Sin embargo, se identificó el potencial agroindustrial del borojó, perteneciente a la familia Rubiaceae (la misma del café).
Así surgió este proyecto que resultó beneficiario de la Convocatoria Nacional de Extensión Solidaria 2023 de la UNAL. El primer paso consistió en la conformación de la Asociación de Agricultores de Buchadó (Asoagribú). La egresada de Ingeniería Agronómica de la UNAL Sede Medellín, María Alejandra Monsalve Vásquez fue clave en esta actividad.
Luego se hizo la caracterización del sistema de producción de borojó, como parte del trabajo de grado del estudiante de Ingeniería Agronómica Cristian Cano Correa. También se articularon: Víctor Alfonso Madrid Sánchez, estudiante de Ingeniería Agronómica, quien en su trabajo de grado evaluó el sistema de cosecha y poscosecha de la fruta; Paula Andrea Zuluaga Ortega, de Ingeniería Agrícola, cuyo trabajo de grado se ocupó de la estandarización de los procesos de producción de pulpa y mermelada de borojó, y la arquitecta Isabela Coronado Magalhaes diseñó una planta de postcosecha.
Para el cierre de este proyecto desarrollado bajo la metodología de Investigación Acción Participativa y Desarrollo Rural Sostenible, nueve integrantes de Asoagribú visitaron los laboratorios de Frutas y Hortalizas y de Microbiología de la UNAL Sede Medellín, donde conocieron la despulpadora de frutas y sus beneficios, así como la importancia de la asepsia para la obtención de productos de calidad y valor comercial.
“Uno va aprendiendo cosas que no conocía. Por ejemplo, no sabíamos que de las semillas se puede hacer una bebida similar al café, algo que se está experimentando. Cuando uno hacía el jugo de borojó, uno usaba la pulpa y lo demás lo botaba. Es excelente aprender estas cosas”, dijo Gracia Arroyabe Viera, integrante de la Asociación de Buchadó.
Para Luz Nereida Palacio Romaña, representante legal de la Asociación de Agricultores de Buchadó, la UNAL Medellín es una universidad de calidad, con herramientas valiosas para hacer acompañamiento a las comunidades que lo necesitan, “como nosotros, que tenemos la tierra, pero no manejamos la técnica”.
Del proyecto también participó Alico S.A.S, encargada de determinar los empaques más idóneos. Carolina Díaz, ingeniera de alimentos de la empresa, comenta que eligieron empaques de alta barrera para la conservación de la mermelada de borojó, por su mayor protección del oxígeno, la humedad y la luz, que pueden alterar la calidad y la vida útil del producto.
Expectativas y retos
“Resulta que nosotros veníamos cultivando borojó, de cuya semilla es difícil identificar si es macho o hembra. Nuestro sistema ha sido sembrar cuatro plantas en un surco y esperar tres años, hasta el momento de cosecha, para saber cuáles son hembras y cuales son machos, en cuyos casos nos toca eliminarlos. Sería muy bueno que, así como a las mujeres embarazadas le hacen una ecografía para saber el sexo del bebé desde que está en el vientre, nos gustaría saber lo mismo, pero con la semilla de Borojó”, considera Palacio Romaña.
En general, dice Nelson Blandón Chaverra, de la Asociación, “gracias al proyecto hemos obtenido más conocimiento y eso es lo que en este momento necesitamos: mucha experiencia para avanzar. Eso es lo que queremos, salir adelante con este proyecto. Yo creo que esta es la oportunidad y la estamos aprovechando”.
La sostenibilidad del proyecto enfrenta retos como mantener la asociatividad, mejorar el proceso agrícola de producción, gestionar los recursos para construir y dotar de equipos la planta de poscosecha y mejorar la comercialización local y nacional. A su vez, la reciente construcción de Puerto Antioquia en Urabá motiva a Asoagribú para visionar la exportación de los productos.
Para el profesor Mejía Montoya, director del proyecto, la transformación debe ser eje: “La transformación de uno mismo, de los estudiantes, que ellos se sensibilicen por los territorios rurales y por cómo viven las comunidades, para interesarse en mejorar sus condiciones de vida y sembrar esperanza”. Esa también es tarea de la academia.
(FIN/KGG)
21 de julio de 2025