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“La riqueza de los pobres es la solidaridad, expresada en esta autogestión, también la esperanza, pues en medio de la violencia y la adversidad lograron sacar el proyecto adelante, mientras hicieron vivienda, hicieron vida”, Juan Carlos Ceballos. Foto: Oficina de Unimedios.

 

Desde el año 2018, la Facultad de Arquitectura de la UNAL Medellín oferta el curso “Construcción, Territorio y Paz en Colombia” una asignatura electiva que invita a la reflexión sobre la historia política del país reflejada en la tenencia de la tierra, la vivienda social y el conflicto armado colombiano.

El curso actualmente es dictado por los docentes Raúl Eduardo Martínez, Carlos Mauricio Bedoya y Jhon Muñoz Echavarría, con diferentes perspectivas no solo arquitectónicas sino de historia, sociología y geografía, que permiten tener un panorama completo de la situación de la vivienda en el país.

“La construcción y la arquitectura es un ejercicio cultural y técnico muy importante, ya que mueve las mayores economías del mundo, después del agua lo que más consume la humanidad es el concreto, reflejando la magnitud del impacto rural y urbano de este tema. En lo que lleva el curso hemos tenido una buena cantidad de estudiantes que han vivido conflictos, son desplazados de distintas zonas del país, y toman la asignatura como una forma de entender y discutir su situación, reflexionar por qué Colombia vive esto”, afirma el docente Carlos Mauricio Bedoya Montoya.

La forma de evaluación del curso es a través de ensayos, donde reflexionan los temas trabajados a través de la experiencia personal y arquitectónica.

“Conmoverse con el tema, reflexionarlo es el resultado y el producto del curso, por lo que la evaluación es más difícil, porque cuando evaluamos redes de gas y materiales, 2+2 siempre será 4; pero cuando tienes que sentarte a leer ensayos de tus estudiantes, la muestra de respeto es leerlos completos y entre los tres profesores del curso discutirlos, evaluando no solo competencias lectoras sino el fondo, por lo que nos lleva más tiempo y retroalimentación”, asegura Bedoya Montoya.

El curso en sus objetivos de reflexión prevé el crecimiento profesional de sus estudiantes, que en un futuro podrán ocupar cargos relacionados con la toma de decisiones en cuanto a proyectos de construcción, por tanto, se les da una visión amplia y completa sobre el acceso digno a vivienda.


Socialización de la experiencia “Mi Casita”

Al curso fueron invitados los docentes Rafael Rueda, Cecilia Inés Moreno y Juan Carlos Ceballos, quienes expusieron a los estudiantes una experiencia de autoconstrucción, desarrollada en los años 80 por una comunidad de San Javier, asesorados por el PEVAL -Programa de Estudios de Vivienda para América Latina-, hoy conocido como la Escuela del Hábitat- CEHAP.

“Mi casita fue el primer proyecto que desde el punto de vista comunitario la UNAL Medellín acompañó desde la autoconstrucción, y creemos que es muy importante hoy establecer la relación entre el conocimiento y la memoria, pues se cree que la reflexión del hábitat y la construcción empieza hoy, pero estos ejercicios del pasado reivindican la necesidad de poder indagar nuestras formas de relacionarnos con la vivienda”, asegura el docente John Muñoz Echavarría.

“En ese momento se contactó a la UNAL a través del PEVAL, y se empezó una relación con el sacerdote destacado en la comunidad, definiendo tres fases de trabajo: la primera fue bases para la autogestión integral del desarrollo comunitario (del año 84 al año 86), la segunda fue el desarrollo de los mecanismos de autogestión (del año 86 al año 87), y la tercera fase de consolidación de los mecanismos de autogestión y del desarrollo comunitario (desde el año 88 hasta el año 90)”, explicó el profesor Rafael Rueda, partícipe del proyecto.

Algunos aspectos importantes que se tuvieron en cuenta en estas fases fueron: la importancia de la organización y la participación comunitaria, la necesidad de una asesoría técnica adecuada, los diagnósticos oportunos, la tierra: un recurso escaso y necesario, la autoconstrucción y los servicios sociales, abastecimiento y producción de materiales, la generación de empleo, el autofinanciamiento, las donaciones, la participación ciudadana, el cronograma y la sistematización.

“Yo me vinculé al proyecto inicialmente como estudiante, levantando información y datos de las familias damnificadas. Unos años después, ya como docente pude asesorar el proyecto desde un punto arquitectónico. La reubicación se realizó en la vereda La Verde, del corregimiento de San Antonio de Prado, con un total de 64 viviendas. En el lugar aún existe este proceso que empezó con casas que iban creciendo de forma progresiva y que ellos fueron haciendo un mejoramiento hasta consolidar el barrio como tal”, dijo Cecilia Inés Moreno, partícipe del proyecto.

Moreno recuerda además que después de este proceso ocurrió otro deslizamiento en el barrio El Granizal y la comunidad organizada de Mi Casita acompañó el proceso de ayuda a esta población, asesorado por estudiantes de la UNAL, lo que reflejó el gran proceso inicial y el impacto que tuvo en la comunidad.

Por su parte, Juan Carlos Ceballos, desde su labor como comunicador social fue el encargado de sistematizar la experiencia, y destaca “el enfoque integral de la Universidad en el proyecto, pues no había tantos programas, pero sí un gran diálogo entre carreras e instituciones, al mismo tiempo que los arquitectos iban al territorio, médicos, nutricionistas, abogados y trabajadores sociales de la Universidad de Antioquia también realizaban una intervención en la comunidad”.

“Otro aspecto bonito de la experiencia es que los profes que en ese momento eran estudiantes y comenzaron a ser profesionales en lo que duró el proceso, ahora son profes de la Facultad que se están jubilando, y por eso los invitamos a la clase para que les cuenten a los nuevos estudiantes qué significa que la Universidad como proyecto público de Nación impacte en las comunidades”, concluye Carlos Mauricio Bedoya.

(FIN/DQH)

4 de abril de 2022