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Con osadía, Lorena convierte la calle Barbacoas de Medellín en un escenario de su propia identidad donde seduce y confronta. La percepción que tiene sobre sí misma y la manera en la que transforma su cuerpo, lo maquilla, lo viste, lo desnuda y lo exhibe es un acto de autoafirmación, resistencia y rebeldía que Julieta Restrepo Berrío, historiadora y magíster en Estética de la UNAL Medellín, retrata con sensibilidad en su investigación. A través del testimonio de Lorena, el estudio ofrece un acercamiento, con una mirada particular e íntima, sobre las formas en que se construye y se define la transexualidad femenina, mediada por la práctica de la prostitución.

 

El estudio ofrece una perspectiva de la construcción de la transexualidad femenina desde la calle y la prostitución. Foto de Julieta Restrepo Berrio.

 

"Mujer transexual”, “travesti”, “prostituta”, “trabajadora sexual”, “puta”, “marica” "Eso extraño". Así se autodenomina Lorena, de quien su identidad no es estática. Ella fluye entre las etiquetas sociales impuestas, de las que ella se apropia para llamarse como le plazca según las circunstancias, su estado de ánimo o lo que quiera expresar de sí misma.

A partir de la historia, la cotidianidad y la intimidad de Lorena, “Eso extraño que somos”. Una aproximación estética a la producción de la transexualidad femenina desde la práctica de la prostitución callejera en Barbacoas, ofrece una perspectiva en primera persona sobre la construcción de la transexualidad femenina, a través de las experiencias de una mujer cuya vida privada está atravesada por la exposición pública debido a la prostitución. El estudio, realizado en el marco de la Maestría en Estética de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, recoge las formas de expresión y las narraciones personales de Lorena con el objetivo de escuchar, identificar y entender, desde una perspectiva estética, cómo quiere verse en el mundo, su devenir trans y la exhibición corporal.

 

Julieta Restrepo Berrío no olvida la noche en que presenció cómo Lorena se apoderó de la acera en una “zona roja” del Centro de la ciudad, convirtiéndolo sin titubear en un escenario para la expresión de su identidad como mujer transexual y un lugar para exhibir su cuerpo para la prostitución. Dicha escena le trajo la inspiración para retratar, a través de una mirada estética, las vidas de las personas trans, sus experiencias, afirmaciones, manifestaciones y comportamientos estéticos en ese camino de la transexualidad femenina.

 

“Recuerdo estar sentada en un bar en el centro observando lo que estaba sucediendo a mi alrededor, observando también las dinámicas del comercio sexual y pensé: ‘acá hay una oportunidad para investigación’. Si bien desde el mundo académico este tipo de asuntos se están explorando cada vez más, siento que hay cierta marginalidad con el tratamiento académico que se le ha dado al tema. Estuve viendo a las chicas durante mucho tiempo y pensé ‘voy a cruzar la calle y hablar con ellas’. Tenía un poco de nervios, me tomé un ron. Tuve la fortuna de que la primera persona con la que hablé fue Lorena, ella fue tan amable y generosa, me abrió su mundo y me lo contó de manera muy detallada”, expresa Julieta Restrepo Berrio, historiadora egresada de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

 

La calle Barbacoas, en el centro de Medellín, ha sido históricamente una espacialidad mutante y saturada, según la tesis. La investigación realiza una descripción geográfica del sector, sus divisiones territoriales y dinámicas sociales y detalla las posibles condiciones que han hecho de este un espacio propicio para la práctica de la prostitución trans. También, repasa algunos imaginarios que han construido y alimentado las narrativas en torno a este lugar y cuestiona las fallidas intervenciones policiales, los proyectos administrativos y los modelos políticos que han pretendido controlar las dinámicas desobedientes del sector.

 

El foco de análisis se centra en la parte baja de Barbacoas, entre la avenida Palacé, sobre el tramo entre las calles Perú y Bolivia. En este contexto, la egresada de la UNAL Medellín describe lo urbano como una constante puesta en escena de la diversidad y de la pluralidad de identidades asumidas por quienes lo conforman. Así mismo, expone como el espacio público posibilita unos modos de sociabilidad que, para el caso de Barbacoas, sector marginado de la ciudad, la calle se torna un escenario de constitución de subjetividades disidentes del género y la sexualidad, donde las experiencias de las personas trans, a menudo entrelazadas con la prostitución, encuentran un campo fértil para el despliegue de sus expresiones y afirmaciones.

“Soy todo”

“Cuando vuelvas por aquí no sé si me verás cambiada. Soy una persona multifacética. Yo me transformo mucho, todos los días cambio de peluca, de maquillaje. Un día me pongo tacones, otro día tenis. Uso collares. Salgo medio desnuda, con tapapezones y unos calzoncitos. Hasta me cambio varias veces en un mismo día. Me gusta que me vean diferente, cada vez más femenina”, es como se describe Lorena en el texto, haciendo alusión a su uso rutinario de vestimenta de mujer para encarnar la feminidad de una manera progresiva y cada vez más acentuada.

La decisión de trabajar un solo caso se tomó con la intención de profundizar y abarcar las diversas dimensiones sensibles y afectivas que colisionan en un mismo cuerpo, señala la investigadora. Durante un año, realizó un proceso de inmersión etnográfica en el bar Divas en Barbacoas y sus alrededores, a través de una serie de entrevistas (algunas con duración de hasta cuatro horas) y conversaciones espontáneas, que le permitió tener una interacción más cercana y constante con Lorena, quien le habló sobre lo que más le interesaba comentar de su cotidianidad. El estudio reflexiona sobre la conformación espacial y corporal del devenir trans desde la vida de Lorena, desde sus manifestaciones sensibles, gestualidades, códigos expresivos y enunciativos, modificaciones y exposiciones, ritmos y formas de aparecer en la escena pública.

 

“Pocos entienden de verdad cómo la vida va cambiando. Somos una transformación todo el tiempo. Yo creo que no hay que pensar tanto en la coherencia entre lo físico y lo mental. Hay que pensar en amarnos así, como eso extraño que somos”, expresó Lorena durante una de las conversaciones.

 

En esta frase que conmovió y marcó a Julieta y que posteriormente se convertiría en el título de la investigación, Lorena se reconoce como una "extraña" en la heteronorma, pero a la vez, esa "extrañeza" se ha convertido en bandera de autoaceptación para aquella niña que a los cinco años se buscaba entre los vestidos de sus hermanas y el maquillaje de su madre, para la adolescente que a los 13 años ya estaba en la calle rebuscándose la vida o para la mujer que se dedica desde hace 15 años a la prostitución al no contar con más alternativas.

“Desde la heteronorma ella está posicionada como un sujeto extraño, diferente, distinto, marginal. Pero todos estamos transicionando todo el tiempo, hay que desdibujar esa frontera que hemos puesto y entender eso extraño que somos todos en alguna medida. Ella es también como una máquina de guerra de la ciudad, su carácter es muy beligerante y transgresor, lo que la vuelve también una mujer muy poderosa y valiosa porque todo el tiempo nos está confrontando con lo que somos, con nuestra supuesta normalidad”, comenta Julieta al respecto.

 

Cuando se le pregunta específicamente por cómo se denomina en términos de sexo/género, Lorena se llama a sí misma transexual, con esta categoría da cuenta de su transformación corporal en su un proceso de feminización. A través de esta palabra visibiliza, semánticamente, las modificaciones anatómicas que ella pretende resaltar.

 

“Le decía: ‘Lorena, entonces cómo me refiero a ti’; y me respondía: ‘Amor, lo que usted quiera, dígame como usted quiera que yo soy todo’. Ella era consciente de esa polisemia de cómo se nombra, pero esto también era de acuerdo a cómo se sentía en un momento particular. Unos días mencionaba con cierta insolencia: ‘Lo que yo soy es una puta’. Una vez me dijo: ‘Yo soy trabajadora sexual porque eso de la prostitución a veces suena muy feo’. En una ocasión posterior, muy compungida y entre lágrimas expresó: ‘Lo que yo soy es una prostituta porque a mí nunca nadie me ha cuidado’”, recuerda la historiadora.

 

La tesis se nutre de un diálogo interdisciplinario, incorporando reflexiones de diversas áreas y autores desde una mirada estética. Este enfoque permite una mirada a la transexualidad femenina desde la individualidad y distintas perspectivas como la construcción de la percepción de sí misma, las dinámicas de la prostitución, la materialidad del cuerpo trans y la prostitución en Barbacoas. Para esta investigación, la autora enfatiza en que realizó dos grandes elecciones conceptuales de las que no se arrepiente: el uso de las palabras transexual y prostitución.

 

“No quería hacer un ejercicio de corrección semántica, dejé que ella me dijera lo que era. Decidí hablar de transexualidad porque ella usaba con mucha insistencia la palabra transexual cuando quería hacer ver que ya tenía senos, que se había operado la nalga, como para hiperbolizar y mostrar discursivamente que ya había transicionado a una mujer. Pero un día me decía ‘yo soy mujer transexual’, otras veces ‘soy travesti’ y en ocasiones ‘lo que soy es una marica’. Ahí me di cuenta que los conceptos en la cotidianidad y en la calle no funcionan como creemos en la academia y no tienen las mismas implicaciones. Son polivalentes, se usan de acuerdo con el momento y lo que se quiere expresar”, recalca la historiadora Julieta Restrepo.

Una situación similar ocurrió con la palabra prostitución. “Estaba en un debate porque se habla que el término es degradante y se sugiere el uso de la expresión trabajo sexual. Decidí hablar de prostitución porque en Colombia aún no se puede referir a trabajo sexual, no hay aún un marco legal que asegure derechos laborales y que regule la práctica. Sé que es una cosa muy polémica, pero, a mí me parecer, usar la palabra prostitución mantiene y conserva lo problemático de la práctica y las implicaciones de explotación capitalista mercantilizada del cuerpo. Los policías hacen ‘de todo’ con ellas, los clientes y los proxenetas también, entonces, ¿cuáles son los derechos si no estamos hablando de trabajo organizado? De otro lado, si bien hay muchas personas que ejercen la prostitución de manera libre, para el caso de Lorena quería problematizar eso de libre. Llegó a la calle a los 13 años y no tenía qué comer, ¿qué libertad hay ahí para decidir a qué se dedica? Sigue siendo un sistema explotador del que, según ella menciona, ha tratado de salir muchas veces”, cuestiona Restrepo Berrío.

 

"Eso extraño que somos" invita a reflexionar sobre la potencia performativa del cuerpo, la capacidad de las personas para construirse y transformarse y la importancia de reconocer, valorar y respetar las diversas formas de existir en el mundo. El componente íntimo en la historia de Lorena es un recordatorio de que la vida es una transformación constante y que en el amor propio reside incluso en lo que pueda parecer "extraño" a los ojos de la sociedad.

 

A Julieta, la tesis le dejó muchos aprendizajes, entre ellos que el discurso académico es un poco “ingenuo” en ocasiones en lo que respecta a la realidad y la calle. “A la academia le encanta categorizar, poner en cuadritos definiciones, pero la calle es una complejidad absoluta, caos permanente y todo está cambiando siempre, todo el tiempo. Me parece que en ese sentido la academia tiene una deuda enorme de seguir estudiando estos asuntos, no desde las definiciones esencializantes, ni desde un lenguaje pulcro o políticamente correcto y fijador, sino desde lo más escurridizo, enmarañado y beligerante, también desde lo marginado. Yo no puedo pretender acomodar y reducir una experiencia de vida tan compleja y múltiple a definiciones tajantes o al lenguaje estrictamente académico”.

Por su parte, a Lorena le interesaba contar su historia, ser escuchada. “Lorena en cierta forma es activista y reclama sus derechos. Pero también está preocupada por vivir y por el día a día. Es muy difícil tener una agenda política y controlar la narrativa que se tiene sobre uno cuando estás tratando cada día de sobrevivir, conseguir para el mercado, conseguir para la renta. Todo en ella es muy irreverente, tiene un lenguaje muy procaz… Es exquisito ver ese contraste entre lo que siempre se ha considerado de manera errónea como ‘lo correcto’ desde la sociedad y la academia y verla a ella y cómo funciona esto realmente en la calle, que es otro mundo”, culmina Julieta con una descripción de la protagonista de esta historia en Barbacoas.

(FIN/JRDP)

1 de julio de 2025