Son múltiples las medidas y planes que se han establecido para la prevención y la mitigación de la calidad del aire, en cuyo reclamo de monitoreo y visibilización del problema han tenido un rol importante colectivos de ciudadanos, así como instituciones y universidades. Conozca sobre avances y desafíos.
Además de las condiciones conocidas del área metropolitana del Valle de Aburrá que propician la contaminación atmosférica, como lo son la geografía y la condición morfológica que impiden la dispersión de contaminantes, la temperatura, la humedad relativa, la nubosidad en la transición de la temporada seca a la lluvia, entre otros, el acelerado crecimiento urbano contribuye con el deterioro de la calidad del aire.
Según el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, alrededor de cuatro millones de habitantes del territorio están asentados en 1.157 km2, lo que quiere decir que el 58,5% de la población de Antioquia está ubicada en 1,8% del área total. Al aumentar los habitantes, también se incrementa el consumo y, por tanto, la contaminación.
Con el paso de los años, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá ha incorporado medidas integrales de gestión como el Plan Integral de Gestión de Calidad del Aire del Valle de Aburrá (Pigeca), que propone medidas a corto y mediano plazo y es el primero de ese tipo en Colombia pensado a 2030. Algunos de los 10 ejes temáticos son: planificación y ordenamiento territorial con criterios de sostenibilidad; transformación hacia un sistema de movilidad de bajas emisiones, industria sostenible, competitiva y productiva y protección, restauración y restitución del arbolado urbano.
También está el Plan Operacional para enfrentar Episodios de Contaminación Atmosférica en el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (Poeca) que traza medidas extraordinarias para reducir niveles de emisión durante episodios puntuales de contaminación del aire y medidas de choque que pueden aplicarse en cualquier época del año.
Adicionalmente, cuenta con el Plan de Descontaminación, el Pacto por la Calidad del Aire y herramientas de gestión como lo son la modelización atmosférica, la gestión de datos, el inventario de emisiones y la atención a normativas nacionales y metropolitanas.
En materia de medición también hay avances que, de acuerdo con Yris Olaya Morales, profesora del Departamento de Ciencias de la Computación y la Decisión de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín, en la ciudad hay más estaciones de medición de calidad del aire que en Bogotá. Estos equipos miden material particulado fino (PM2.5) y grueso (PM10), óxidos de nitrógeno y de azufre en lugares de poco y alto tráfico.
Mediciones
Los equipos existentes de monitoreo analizan material particulado PM2.5 y PM10, óxido de nitrógeno y de azufre, ozono y monóxido de carbono, que son considerados por la normativa actual como contaminantes criterio. No obstante, no todas las estaciones miden lo mismo, explica Mauricio Ramírez Arias, coordinador técnico del equipo de Calidad del Aire del Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (Siata).
Con el índice de calidad del aire (ICA) se establecen las categorías de calidad del aire a partir de una escala de colores que va del verde al marrón. El verde es bueno; amarillo, aceptable; naranja, dañino para grupos sensibles; rojo, dañino para la salud; morado, muy dañino para la salud, y marrón, peligroso. “En el valle de Aburrá, asociado a PM2.5, se han alcanzado los mayores índices de calidad del aire. Hemos alcanzado ICA naranja e incluso rojo. Por eso ese es el contaminante crítico en nuestro territorio”, afirma.
Los equipos utilizados para el monitoreo, llama la atención, son estandarizados y avalados por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés). Para velar por la calidad de las mediciones y la gestión también intervienen entidades nacionales como el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
Aunque la calibración de los equipos se hace para garantizar que las mediciones tengan características de calidad similares, la problemática de calidad del aire en las ciudades obedece a sus dinámicas. Por ejemplo, cuando a España llega el Polvo del Sahara, suelen darse episodios de contaminación principalmente por PM10. En nuestro territorio también hemos tenido este tipo de episodios, pero, como explica Ramírez Arias, no han dado lugar a aumentos significativos en las concentraciones de contaminantes.
Esfuerzos normativos de gestión y prevención y cómo seguir avanzando
Para la profesora Olaya Morales también es importante que se hayan tomado iniciativas como la elaboración de un documento CONPES que entrega lineamientos de política para mejorar la calidad de aire en el país. Específicamente para el territorio metropolitano, aplaude el hecho de haber logrado mejorar la calidad del combustible que se distribuye en el territorio metropolitano, porque era uno de los factores que más aportaba emisiones de material particulado.
“En resumen, aunque la calidad del aire no sea la mejor en el país, se han tomado muchas medidas relativas al monitoreo, por lo menos, y a las acciones. Gracias a los estudios que ha habido se pueden anticipar periodos de mala calidad del aire y las entidades que pueden realizar alguna gestión con antelación, se reúnen y evalúan la evolución de la situación”, afirma.
Establecer guías para monitorear la calidad en los diferentes municipios, modernizar el parque automotor, sustituir combustibles por unos menos contaminantes y de mejor calidad, y fortalecer la eficiencia de los vehículos, son medidas en las que, a criterio de la profesora Olaya Morales, hay que seguir avanzando en el futuro. En la industria también hay políticas de reconversión de tecnología.
“Son políticas que hay que aplicar de manera consistente adaptándose a nuestras condiciones, hay que tener en cuenta las limitaciones que podemos tener”, menciona. Ejemplo de esas políticas generales está la promoción del transporte público, la eficiencia energética y la implementación de sistemas menos contaminantes.
Y si bien considera que hay desafíos, para ella es valiosa la participación ciudadana que se teje alrededor de la calidad del aire y el interés de hacer monitoreo desde iniciativas de ese tipo que “han sido clave para dar visibilidad al problema y han sido útiles para generar una mayor conciencia”.
Es claro para la profesora que, si bien se ha generado información, hay aún deuda en indagar y hacer investigación tanto de los impactos negativos de la contaminación del aire en la salud, como de fenómenos meteorológicos que ocurren dentro del valle de Aburrá. “Se está trabajando en eso desde distintas instituciones, pero nos falta mucho por mejorar”.
Contribución institucional y académica
La UNAL Medellín hace parte de RedAire, cuyo propósito es consolidar una red de estudios de meteorología y calidad del aire. Fue creada en 1992, conformada también por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia (Corantioquia), la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los ríos Negro y Nare (Corponare), el Ideam, la Universidad Pontificia Bolivariana, la Universidad de Antioquia, la Universidad de Medellín y el Politécnico Jaime Isaza Cadavid.
La UNAL Medellín tuvo uno de los primeros equipos de medición de calidad de aire que hubo en la ciudad, según la docente Olaya Morales, y tiene capacidades investigativas con las que se aporta información y se apoyan a instituciones locales para la toma de decisiones.
(FIN/KGG)
26 de agosto de 2024