Escudo de la República de Colombia
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Aprendió mecanografía y taquigrafía, que le ha servido para tomar apuntes. Foto: reproducción.

 

A sus 104 años entregó la tesis del doctorado que realiza en la Universidad de Mánchester, en Inglaterra. Es ingeniero civil, egresado ilustre de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín y fue socio fundador de Empresas Públicas de Medellín (EPM), Integral, Sodic y la Escuela de Ingenieros de Antioquia. En una transmisión en vivo habló de su vida para motivar a otros.

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Pareciera que el tiempo no pasara, por lo menos en la mente de Lucio Chiquito Caicedo, atiborrada de recuerdos. Es precisamente el tiempo, algo que lo inquieta. En su época, dice, era muy importante, aunque para entonces había que planearlo todo.

“Por ejemplo, comprar un vestido era toda una labor, había que esperar a que llegaran los paños de Inglaterra, luego ir adonde el sastre a que diera el plazo para las medidas y, luego, para la confección. Eso cambió fundamentalmente. Hoy todo es al día, inmediatamente. Lo único que queda, hablando del tiempo, son los nueve meses que se necesitan para que nazcan los niños”, dice.

Lucio es caleño y planeó estudiar en la Facultad de Minas luego de ganarse una beca otorgada por el departamento del Valle del Cauca y de que sus padres averiguaran que era la mejor en Ingeniería civil. En ese momento se llamaba Escuela de Minas y ocupaba toda una manzana. Era una casona ubicada entre la Avenida Echeverry y El Palo, según rememora.

Sus clases comenzaban a las seis de la mañana. Con el profesor Pacho Mira, se instruía en cálculo y geometría. Fue estudiante del maestro Pedro Nel Gómez, quien enseñaba dibujo de 8:00 a.m. a 12:00 m. los sábados. “Los únicos elementos especiales que usábamos en esa época eran comunes y corrientes: tableros negros con tiza y en dibujo, tinta china y plumillas”.

A Mira, Lucio lo recuerda con cariño. Cuenta que “era el más estricto, el más fiel cumplidor de su deber y tuve la suerte de reemplazarlo. Sucedió que tenía que hacerse una operación de apendicitis y para eso escogió el mes de diciembre que salíamos a vacaciones, pero se le complicó y llegó febrero cuando empezamos las clases. Recibí en esos días la noticia del rector, el doctor Jorge Rodríguez Lalinde, quien me dijo: Lucio, el doctor Pacho Mira lo ha recomendado a usted para que lo reemplace”.


Desafíos profesionales

El primer reto académico que asumió Lucio fue el viaje a Inglaterra para estudiar la maestría en Ciencia y Tecnología de la Universidad de Mánchester. Lo dudó porque era momento de la Segunda Guerra Mundial, de bombardeos nazis. Recuerda que presentó la solicitud de beca en marzo del año 1943 y en septiembre le avisaron que se la había ganado.

“Tenía que irme muy rápidamente entonces estuve dudando de ir por la guerra, pero me puse a pensar que era un muchacho pobre y esa una oportunidad única. Mis papás me dijeron: usted se va, no importa que quedemos solos con los otros hermanos, pero usted se va, y me despacharon”, cuenta.

De esta experiencia aprendió a ser disciplinado: “conversando un día con uno de mis profesores, le dije: estoy aterrado del orden que hay aquí y todas esas cosas, y él me dijo: Lucio, es que usted está muy joven y no sabe que tuvimos una primera guerra”.

Otro desafío del que habla fue de una labor que realizó a su regreso a Colombia para trabajar en EPM. Lo llamó Juan Guillermo Restrepo Jaramillo, entonces gerente de la Segunda Sección: Telefonía, tranvía y acueducto. Le pidió que se encargara de la represa Piedras Blancas.

Se hicieron los arreglos necesarios y comenzó la construcción. Afirma que “rápidamente nos dimos cuenta que la humedad natural de la tierra era muy distinta de la óptima, y eso causó una dificultad tremenda para hacer el terraplén. Entonces establecí una fórmula de control y nos demoramos como dos años en hacer uno de 1’200.000 metros cúbicos”.

“Los cálculos de estabilidad nunca pasaron de un valor aterrador, era muy bajito y entonces teníamos asesoría americana en el diseño y me dijeron: bueno, usted ha intervenido, le toca la responsabilidad de aceptarlo con ese coeficiente de seguridad. Entonces dije que sí lo hacía y al empezar la construcción me dediqué, los dos años prácticamente, al control de la humedad, y ahí está la represita, lleva 68 años, no ha presentado ningún problema y ha sido ejemplo para muchas cosas”, agrega.

A sus 104 años Lucio continúa afrontando retos y ya también superó el de su doctorado, aprovechó la pandemia para concretar el estudio, el cual se originó de una inquietud que tuvo durante varios años acerca de la variabilidad de caudal de los ríos, a la que, afirma, hay que “echarle números” para calcular la permanencia. Su trabajo, explica, representa aportes para centrales de electricidad y para obras de irrigación.

A Lucio, confiesa, a veces lo desvela el pensamiento de cómo enseñar la ingeniería, pues de la actualidad le preocupan, en primer lugar, los métodos de construcción y, en segundo, el uso de los programas de computación.

En esa profesión el lema de la Facultad de Minas: Trabajo y Rectitud es la única opción válida. La experiencia le ha mostrado que solo así es posible dormir tranquilo: “mientras no se vaya contra ese par de principios no hay líos. Los que se apartan de eso son los ingenieros emproblemados”, dice.

Ejemplo

Lucio es disciplinado y cumple una rutina que inicia a las seis de la mañana, cuando se levanta y escucha noticias por la radio. Los desayunos y las cenas se convierten en largos conversatorios, como cuenta su hija Lucrecia Chiquito. A los nietos les enseña y habla de la naturaleza, además los impulsa a que aprendan idiomas, a que viajen y tengan contacto con otro tipo de culturas y de países.

Tiene un fino sentido del humor, es activo, divertido y muy buen conversador, como lo describe Lucrecia, quien cuenta que ha sido un padre que los ha guiado a partir de argumentos y no de “cantaleta”, pues “siempre nos ha dicho que no solo es la educación, no solo llenar la cabeza de conocimientos sino hacer lo posible para ser cada vez mejores personas”.

Es aficionado a las corbatas y disfruta de cosas simples como caminar, ver series de Netflix o la costumbre que tiene de comer, los sábados y domingos, avena con miel y canela. Lucio es una eminencia de la ingeniería, pero también un ejemplo de vida y de lo que significa ser un buen ser humano.

Los líderes que le interesan son aquellos que tratan a todas las personas de igual manera; sin distinciones. “Lo que quieren son resultados y estos son correspondencia de sus enseñanzas. No me he propuesto ser líder, pero he resultado serlo en muchas cosas y me parece que es difícil”, asegura.

Él ha sido ejemplo de liderazgo y lo sigue siendo, ahora incluso desde las redes sociales. Hace poco creó una cuenta en Instagram. Su usuario es @luciochiquito104. A él que tanto le gustan las frases, las recorta y colecciona, le viene bien ese medio para animar a sus seguidores. En una de sus publicaciones se lee: “¡que lo que haga el individuo sea SIEMPRE con pasión y entusiasmo”. Tiene 3.389 seguidores, pero la cifra es tal vez menor a la cantidad de personas que lo admiran.

Por sus aportes y sus enseñanzas, Lucio ha sido un real influenciador, no solo de anteriores generaciones sino también para las actuales, como lo destacó el vicerrector de la UNAL Medellín, Juan Camilo Restrepo Gutiérrez, durante un conversatorio virtual que tuvo con él y con la decana de la Facultad de Minas, Verónica Botero Fernández.

Ante todo, Lucio un inquieto. Como dice su hija Lucrecia, nunca para, ni siquiera a los 104 años. Al terminar la conversación con los profesores, les dijo: “les anticipo que desde hace días tengo el pensamiento de visitarles, porque tengo algo que proponerles”.

(FIN/KGG)

19 de octubre de 2020