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Los inconvenientes por el atasco comercial se están trasladando a los consumidores finales. Foto: tomada de bit.ly/3EwDWF1

Analistas explican cómo la situación puede afectar a los países en varias aristas. En Colombia, específicamente, hay riesgo de mayor inflación y las vías de mitigación a lo que está ocurriendo, tienen que ver con acuerdos entre gremios públicos y privados, y regulaciones por parte del gobierno, según expertos en el área.
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La actual crisis en la cadena global de suministros ha generado congestión en puertos, contenedores atascados, lo que impide que las mercancías lleguen a sus destinos y que, con ello, haya escasez de materias primas. La pandemia también ha tenido repercusión en este ámbito sobre el cual han informado los medios de comunicación y reflexionado analistas.

Aproximadamente el 80% de los productos de consumo diario, materias primas y commodities se transportan de forma marítima, contextualiza José Alejandro Cano Arenas, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Medellín, quien explica que, por la pandemia, durante un tiempo se frenó la producción de empresas, especialmente de las ubicadas en países importantes para la producción global como China, India, Vietnam o Bangladesh, y se retrasaron las entregas.

Estados Unidos, uno de los principales socios comerciales de Colombia, también comenzó a tener restricciones de transporte terrestre que dificultaron el traslado de contenedores. Incluso se suspendieron rutas navieras, se descartaron algunos buques cargueros y la ocurrencia de algunos tifones frenó la actividad de puertos en China, como lo expresa el docente.

“Hoy en día se cuenta con una economía altamente globalizada que, en este caso, hace que la cadena de suministro funcione a nivel mundial. Hay incidencia sobre materiales y componentes que vienen de otras partes del mundo, por lo que en ocasiones si se afecta la producción de un país, también se afecta el abastecimiento en otras naciones que usen los productos para consumirlos directamente o utilizarlos en otros de mayor valor agregado”, asegura.

En la situación ha incidido la caída en la oferta alimentaria y de materias primas, porque la producción agrícola y pecuaria se vio restringida así como la mano de obra, según Camilo Ignacio Coronado Ramírez, director del Área Curricular de Economía de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín. Además, “porque los países en vía de desarrollo, como resultado de una política aperturista a ultranza se convirtieron en importadores”.

Con las dificultades que ha representado la crisis global en las cadenas de suministro ha aumentado el precio de fletes, dado que la red mundial de transporte de mercancías empieza a ser apremiante por los cuellos de botella generados también por la crisis sanitaria que se vive actualmente, según el docente. Explica: “usualmente estarían en un valor base promedio histórico, pero han llegado a cuadruplicarse, lo que también implica elevación en los precios finales de los bienes”.

El desabastecimiento, expone, ocurre porque no hay suficientes medios de transporte para trasladar las mercancías que esperan ser comerciadas en el mundo. La economía mundial “funcionaba como un relojito; estaba muy bien programada. Con la pandemia se han generado rezagos en la cadena de valor, y recuperar su condición regular implicará congestión en puertos y altísimos costos logísticos”.

A nivel internacional analistas han llamado la atención acerca de que si no se toman acciones para enfrentar la crisis de suministros, esta puede ir hasta 2023. La cuestión, en el caso colombiano, tampoco varía e involucra al gobierno, según Martín Darío Arango Serna, profesor del Departamento de Ingeniería de la Organización de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín.

Él afirma que: “En Europa, por ejemplo, hay seguros que cubren a los cultivadores y que paga el gobierno, en Colombia no los tenemos; el que quiera uno debe pagarlo por sí mismo. Esa situación genera que muchos de nuestros campesinos tengan miedo, pues los cultivos se generan por tiempos y la cadena de suministros les permite llevarlos a centros de abastecimiento y supermercados, pero muchas veces si el cultivador no lo puede hacer, automáticamente pierde su dinero. Esto se puede recuperar en condiciones de normalidad, pero tenemos que aguantar, como mínimo, un año o dos”.

Para evitar estos inconvenientes en el país, específicamente, “no es tan sencillo como decir: no importemos productos de la canasta familiar, porque de todas maneras, tienen una cadena de suministros que dependen de insumos importados, por ejemplo, los fertilizantes son fundamentales para el agro, y si no tenemos la capacidad de producirlos se pone en riesgo la productividad de los cultivos”, asegura el profesor Cano Arenas.

La dificultad que trasciende las fronteras es, también, de operación, agrega el docente. Acerca de los inconvenientes con contenedores, argumenta que mover los de exportación es más ágil que los de importación. A lo primero, principalmente, están dedicados los de China, por lo que son más eficientes que otros como los de Estados Unidos.

“Se ha empezado a identificar que se trata de un problema compartido, de sincronización entre diferentes agentes de la cadena de suministro, de ahí que se hayan derivado acciones como la intervención de Joe Biden, presidente de Estados Unidos, de reunirse con representantes y líderes de los principales puertos, hablar con sindicatos y directores ejecutivos de diferentes empresas de manufactura, camioneros, minoristas y llamó la atención sobre la necesidad de trabajar de manera conjunta entre el sector público y privado”, dice Cano Arenas.

¿Hay soluciones viables?

Parte de los problemas correspondientes a la situación actual son estructurales, según el profesor Coronado Ramírez. En ese sentido, dice que Colombia no cuenta con los productos, cultivos o empresarios dispuestos a resolverlos, teniendo en cuenta que en el pasado hubo “una desilusión de encontrarse desprotegidos ante la andanada de importaciones, sobre todo en materias primas para el agro, y ahora tampoco hay garantías con la reactivación mundial”.

Lo que sería necesario, expone, es desarrollar una política que dé garantías a los productores y estos se provean de recursos para mejorar el abastecimiento doméstico e incluso buscar acuerdos con otras naciones que tengan la posibilidad de completar demandas, como es el caso de Argentina, que, dice, lleva una importante ventaja en la producción de soya y sorgo, base para la alimentación animal con miras a la producción de carne y leche.

A partir del próximo año, añade, sería necesaria una medida que contenga la demanda y que propicie mejor abastecimiento doméstico. En eso coincide el profesor Cano Arenas, para quien, adicionalmente, el gobierno debe establecer tarifas “justas” de acuerdo con la oferta y la demanda de productos para evitar que “se afecte la economía de los consumidores”, y establecer acuerdos entre agremiaciones del sector público y privado.

(FIN/KGG)

2 de noviembre de 2021