Escudo de la República de Colombia
A- A A+
El metaverso es una apuesta de Meta, pero no es la única empresa que trabaja en construir uno. Foto: tomada de bit.ly/3CPSe34

 

Así lo explica Fernando Andrés Castro Torres, estudiante de Doctorado en Ciencias Humanas y Sociales de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín, quien llama la atención acerca de asumir un comportamiento y uso responsable ante la implementación de este entorno virtual, cuyo concepto no es tan novedoso como se cree. Él y otros analistas exponen las implicaciones y limitaciones del denominado metaverso en el que no solo trabaja Meta, conglomerado tecnológico antes llamado Facebook.

---


“Imagínate que te pones tus lentes y tus auriculares e instantáneamente estás en el espacio de tu casa, cuyas partes físicas se recrean de forma virtual y puedes tener una vista increíble e inspiradora de lo que crees es más hermoso”, dijo Mark Zuckerberg, fundador de Meta al presentar el metaverso al que le quiere apostar.

El metaverso, un mundo virtual que aún está en construcción, se trata, a grandes rasgos, de experiencias interconectadas que requerirían, por ejemplo, de realidad aumentada, “en la que se pueden ver cosas que no son reales”, afirma Herman Jaramillo, profesor en los posgrados relacionados con ciencias de la computación de la Universidad de Medellín.

Además de gafas de realidad virtual, explica que el metaverso usa desarrollos de software avanzado y herramientas de Machine Learning e inteligencia artificial, e incluso puede abordar los escenarios comerciales.
En construir e implementar un metaverso no solo trabaja Meta. Es, también, una apuesta de Microsoft y de los videojuegos Roblox o Fortnite, por ejemplo, como lo han informado varios medios.


¿Nueva realidad?

En los últimos años, expone Castro Torres, quien ha estudiado asuntos relacionados con comunicación digital desde hace unos 10 años, que como sociedad hemos asistido a una transformación en la forma en cómo nos comunicamos y nos relacionamos.

La implementación de un metaverso sería una variación más, y como “toda mediación digital tiene efectos en la manera en cómo el ser humano se comprende a sí mismo, al otro y al mundo”, dice.

Y en la legitimidad de los entornos digitales también ha tenido que ver la pandemia que, considera, impulsó el metaverso en la medida en que “la vida migró a esos espacios sin importar si nos gustaba o no”.

A inicios de noviembre de 2021 en el diario El País de España se publicó un artículo titulado No tienes que esperar el metaverso: ya vives en el futuro. En él, el autor Kiko Llaneras expresa sobre ese tipo de “internet inmersivo, que es un mito del futurismo de los años 90”.

“Se supone que se van a necesitar hologramas y esa es la noticia: la utilización de un periférico nuevo en casa”, afirma Edwin Andrés Sepúlveda Cardona, profesor de la Facultad de Comunicación, Publicidad y Diseño de la Universidad Católica Luis Amigó y coordinador del doctorado en Comunicación de la misma institución, quien asevera que ya se han dado experiencias similares como conciertos a partir de esa técnica, algunos videojuegos de inmersión que pueden ser simples o multisensoriales y han permitido mayor interacción, o plataformas como Second Life, una comunidad virtual.

Es natural, dice Castro Torres, que al surgir desarrollos tecnológicos emerjan una serie de conceptos que se materializan en prácticas sociales cambiantes. En 2009, ejemplifica, se hablaba de la web semántica, que estaba soportada en inteligencia artificial y en grandes bases de datos que organizaban la información con algoritmos. A partir de ahí se personalizaba la experiencia de usuario en la red: “En algún momento se leyó como algo metafísico y como que iba a conectar el cerebro a los dispositivos. Generó tensión y angustia”.

Añade: “Hoy la web semántica es una realidad y la personalización de experiencia de navegación del usuario en la red, también. Eso ha definido la manera en cómo vivimos, comerciamos y nos estructuramos. El metaverso no es distinto a eso, solo que es uno de los desarrollos más contemporáneos, que pasa de ser un proceso de innovación a uno comercializable y replicable a escala mundial. Eso fue lo que hizo Facebook, Microsoft y Apple”.

En ese sentido, plantea que el metaverso no se distancia mucho de lo que ya vivimos hoy, porque con el surgimiento de las redes sociales las personas comenzaron a volcar hacia ellas buena parte su información y su vida”.

Las implicaciones, agrega, son de todo tipo e indiferentemente de calificar si son positivas o negativas, menciona que son experiencias para las cuales muchas veces, como seres humanos, no estamos preparados biológica, mental ni psicológicamente, “porque al ser procesos nuevos no se sabe cómo reaccionar”.


Brechas

La implementación del metaverso, sin embargo, abre otras brechas y una de ellas es a la que hace alusión Castro Torres al mencionar que esta es una tecnología excluyente, por ejemplo, para comunidades rurales, pero a la vez, seguramente incrementará la presión para que los gobiernos generen políticas públicas para “empezar a voltear la mirada”, lo que, expone, en un país como Colombia es complejo, teniendo en cuenta que, en algunos sitios apenas se está pensando en conexiones a internet.

Asimismo, implica que el uso de tecnología que si bien al expandirse puede ser asequible, al inicio será muy costosa, como las gafas de realidad virtual, según Sepúlveda Cardona. Para él, dependerá del poder adquisitivo, en la medida en que se necesitará de mejores conexiones y máquinas.


¿Cómo asumirlo?

Acerca de si hay que temerle al metaverso, Castro Torres dice que “lo único que nos queda es conocerlo, indagar, saber qué oportunidad da y a partir de ahí asumirlo con responsabilidad. Ser más ciudadanos que consumidores, que es la disyuntiva que plantea (Néstor) García Canclini, y que cada vez está más vigente: identificar en qué momentos distanciarse de las plataformas, hasta dónde dar información y establecer acuerdos con el círculo social. Eso, más que tenerle miedo y aislarse”.

Una alternativa que propone es generar procesos de alfabetización gradual que, por lo pronto, deben hacerse desde cada individuo, pese a que considera que tendría que ser una tarea impulsada desde las instituciones y los gobiernos. Las universidades, añade, están entre aquellos entes que tienen esa responsabilidad.

(FIN/KGG)

8 de noviembre de 2021